viernes, 19 de agosto de 2016

Entrevista a Tarkovsky / 1932-1986- (subs. Español)

Estatua de Tarkovsky a la entrada de Gerasimov Instituto de Cinematografía

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    El premiado autor de «Andrei Rublev» dejó la URSS en 1980

    ¿Acumular bienes o «volver a Dios»? El testamento espiritual del genial cineasta ruso Tarkovski

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    P.J.G./ReL3 junio 2015


    El cineasta ruso Andrei Tarkovsky aseguró que una bruja le había profetizado que sólo realizaría siete películas pero que las siete serían importantísimas. Y así fue. Cada uno de sus títulos es material para cinéfilos: ‘La infancia de Iván’ (‘Ivanovo detstvo’, 1962), ‘Andrei Rublev’ (‘Andrey Rublyov’, 1966), ‘Solaris’ (‘Solyaris’, 1972), ‘El espejo’ (‘Zerkalo’, 1975), ‘Stalker’ (1979), ‘Nostalghia’ (1983) y ‘Sacrificio’ (‘Offret’, 1986). Filmó también un mediometraje en Italia: ‘Tempo di viaggio’ (1983).

    Su padre, Arseni Tarkovski, era un importante poeta, que además traducía poesía del turco, del georgiano, del armenio y del árabe. Abandonó a Andrei cuando tenía tres años. La sombra del padre persiguió siempre al hijo: Andrei, de hecho, murió en 1986, tres años antes que su padre. No llegó, pues, a ver la Caída del Muro de Berlín. Andrei siempre envidió y admiró a los poetas, y llegó a declarar que “si yo escribiera poesía como la de Pasternak, no me habría hecho cineasta”. En cuanto a su madre, fue una mujer de firmes convicciones cristianas, con quien mantuvo un vínculo estrechísimo.

    Formado en la escuela de cinematografía de Moscú, muchos consideran que el cine de Tarkovski es el paradigma del cine lento, de autor, muy libre en las formas y narrativas, lleno de elementos oníricos y psicológicos, incomprensible para el gran público.



    Un fotograma de la gran película de 1966 Andrei Rublev



    Hay críticos que no han entendido la obra de Tarkovski porque no han visto que sus personajes, sumidos en una búsqueda interior estéril y vacía, pese a todo sospechan que hay esperanza, pero está más allá del mundo, en Dios. Tarkovski busca impactar mediante la belleza, romper las formas establecidas y despojar al espectador para que se acerque a lo divino. Amaba la naturaleza (viento, fuego, agua...) pero a menudo le servía para expresar la parte oscura del hombre: la naturaleza es hermosa, pero silenciosa ante las grandes preguntas; en cambio, Dios, de alguna manera, habla.

    Un profeta contra el materialismo
    Tarkovsky siempre denunció la grieta entre el materialismo y la realidad del hombre, que es un ser espiritual. Como un profeta, avisaba de que esa grieta destruiría las sociedad materialistas, fuesen comunistas o consumistas. El arte era para él el primer paso para escapar de esa dictadura materialista. La verdadera belleza del arte, insiste, está más allá del hombre, es liberadora porque evoca otro mundo superior.



    El cineasta en los años 80

    Sus últimos seis años vivió a caballo entre Europa y Estados Unidos; Italia, con su infinito caudal artístico, lo acogió de modo particular.

    Su película "Sacrificio" se estrenó después de su muerte. El periódico italiano "Il Sabato" publicó en esas fechas, el 30 de mayo de 1987, un texto póstumo de Tarkovsky que todos consideran el testamento y la profecía espiritual del genial artista, poco antes de fallecer con 54 años, que había penetrado en el alma del vacío comunista y en el occidente materialista. Este es el texto que queremos ofrecer aquí.

    Volver a Dios, por Andrei Tarkovsky
    Il Sabato (30 de mayo de 1987), páginas 18-19.

    El hombre contemporáneo está ante una encrucijada. Ante él está el dilema: continuar su existencia ciega de consumidor que depende en todo del paso despiadado de las tecnologías nuevas y de una ulterior acumulación de bienes materiales, o buscar y encontrar la vía de la responsabilidad espiritual que podría, en último término, convertirse en realidad salvífica no sólo para el individuo, sino para la sociedad. Es decir, volver a Dios.

    (...)


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