El trabajo del maestro payanés consiste en alienar en estructuras los objetos con que topa. Contrario a los objetos de la vida cotidiana, ofrecidos al desgaste, los de Negret nos parecen siempre intactos, recientemente publicados. Eso es lo que en verdad nos preocupa: siempre hemos llegado tarde al universo de Negret.
Pero regresa a Colombia; se instala en Bogotá para recuperar el gusto por lo arcaico, por los objetos livianos del arte precolombino, por la sapiencia de los incas, los trazos animales y la morfología de Los Andes. Es el último período del artista, cuando los materiales en conflicto resuelven abrazarse como dos hermanos ya rendidos, y la Metamorfosis de Seúl saluda la trayectoria viva de un maestro.
Los colombianos se pueden dar el gustazo de tener entre los suyos a uno de los escultores más interesantes de la esfera artística internacional. Impone por igual sus caprichos al acero, al bronce, al aluminio; los manipula como a virutas de madera; los tuerce como si fueran caramelo y los suelda, finalmente, de un golpe.
Con Edgar Negret entramos de lleno en el arte más moderno: el de la producción tecnoindustrial; menos dualismos; nada de un contenido anterior que se expresaría por un medio impuro, vicario y segundo como el del tema: producción en acto, producción de producciones. Último avatar de su trabajo, que traza los segmentos y las virtualidades de todos los objetos existentes y aún por existir, para esbozar el horizonte de una escultura todavía posible.
Ya se hable del bronce de sus poetas más queridos, de Cabo Kennedy o del Vigilante celeste, de sus series de escaleras y de máscaras, de sus metamorfosis o de sus navegantes, se trata siempre de Negret, de su rostro que nos mira, como cortado a escuadra detrás de cada obra. Dibujar me encantaba. Desde que me acuerdo tuve lápiz en la mano y unas tijeras, porque una de mis aficiones era la de recortar papeles. Edgar Negret Citado por Daniel Samper Pizano en Negret: nada que ocultar
El trabajo del maestro payanés consiste en alienar en estructuras los objetos con que topa. Contrario a los objetos de la vida cotidiana, ofrecidos al desgaste, los de Negret nos parecen siempre intactos, recientemente publicados. Eso es lo que en verdad nos preocupa: siempre hemos llegado tarde al universo de Negret.
ResponderEliminarPero regresa a Colombia; se instala en Bogotá para recuperar el gusto por lo arcaico, por los objetos livianos del arte precolombino, por la sapiencia de los incas, los trazos animales y la morfología de Los Andes. Es el último período del artista, cuando los materiales en conflicto resuelven abrazarse como dos hermanos ya rendidos, y la Metamorfosis de Seúl saluda la trayectoria viva de un maestro.
Los colombianos se pueden dar el gustazo de tener entre los suyos a uno de los escultores más interesantes de la esfera artística internacional. Impone por igual sus caprichos al acero, al bronce, al aluminio; los manipula como a virutas de madera; los tuerce como si fueran caramelo y los suelda, finalmente, de un golpe.
Con Edgar Negret entramos de lleno en el arte más moderno: el de la producción tecnoindustrial; menos dualismos; nada de un contenido anterior que se expresaría por un medio impuro, vicario y segundo como el del tema: producción en acto, producción de producciones. Último avatar de su trabajo, que traza los segmentos y las virtualidades de todos los objetos existentes y aún por existir, para esbozar el horizonte de una escultura todavía posible.
Ya se hable del bronce de sus poetas más queridos, de Cabo Kennedy o del Vigilante celeste, de sus series de escaleras y de máscaras, de sus metamorfosis o de sus navegantes, se trata siempre de Negret, de su rostro que nos mira, como cortado a escuadra detrás de cada obra.
Dibujar me encantaba. Desde que me acuerdo tuve lápiz en la mano y unas tijeras, porque una de mis aficiones era la de recortar papeles.
Edgar Negret
Citado por Daniel Samper Pizano en
Negret: nada que ocultar