lunes, 6 de junio de 2016

Modigliani y su tiempo.

2 comentarios:

  1. Modigliani: Historia de un pobre dandi
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    Vicente Molina Foix
    VICENTE MOLINA FOIX
    3 FEB 2008
    Nunca tuvo un techo estable. Vivió eternas noches de desenfreno etílico. Pero fue, según Picasso, "el único en París que sabía vestir". El Thyssen le dedica una de las más atractivas exposiciones del año.

    En 1950, Jean Cocteau publicó un pequeño libro sobre Amedeo Mo¬¬digliani, de quien el escritor francés había sido amigo y modelo en los días parisienses en torno a la I Guerra Mundial. Semblanza personal y breve recuento de la peculiar manera del pintor toscano-sefardí afincado en Francia, llama la atención en ese texto, como en otras significativas anotaciones de los diarios de Cocteau, el lamento económico. Aunque toda su vida fue un dandi muy gastador y a menudo subvencionado por generosos mecenas, Cocteau insiste en contar en 1950 cómo el retrato al óleo que le hizo Modi en 1916 tuvo que quedarse depositado en la bodega del café La Rotonde, no teniendo ni Jean ni Amedeo el dinero para trasportarlo en un taxi. El dueño del famoso lugar de reunión de los artistas de Montparnasse, después de guardarlo durante años sin prestarle atención, un día se despren¬dió de él. Y añade Cocteau: "En 1939 se vendía por siete millones en Inglaterra", pero dos dé­¬cadas antes, en los años de la bohemia, "no nos preocupábamos de las consecuencias de nuestros actos. Ninguno de nosotros vivía bajo el ángulo histórico. Tratábamos de vivir, y de vivir juntos".

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    Dedo, como también se le llamaba familiarmente a Modigliani, ni se acogió al ángulo histórico, ni tuvo en su corta vida un techo es¬¬table y saneado. La pobreza del pintor es tan definitoria como su alcoholismo, y ambas condiciones no menos significativas que las narices y los cuellos alargados de las figuras de sus lienzos. También dandi a su manera, y muy presumido (aparte de apuesto), la miseria de Amedeo se compaginó siempre con una desastrada elegancia: chaquetas de terciopelo (con rozaduras y lamparones), fulares rojos estilo Garibaldi, sombreros de ala ancha. De creer a su amigo el poeta Max Jacob, Dedo fue el primer hombre que llevó una camisa de cretona, mucho antes de que esa moda se extendiera por el mundo, y, se¬¬gún el propio Jacob, Picasso le dijo en cierta ocasión: "El único en París que sabe vestir es Modigliani". Orgulloso, irascible, más fiel en la amistad que en el amor, Modi tuvo un modo aristocrático de decir que no: mientras que varios de sus colegas necesitados (como Brancusi) fregaban platos en los restaurantes o descargaban fardos en los muelles, él rechazaba no sólo cualquier tipo de labor que le apartase del arte, sino, en más de una ocasión, la venta de sus obras a quienes mostrasen ignorancia o mera ansia comercial (algo que evoca, por cierto, con gran elocuencia la escena de los millonarios norteamericanos de la gran película de Jacques Becker Los amantes de Montparnasse, donde la trágica pareja formada por Amedeo y Jeanne Hébuterne la interpretan Gérard Philipe y Anouk Aimée).(...)
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  2. Bajo el título de Macchiaioli. Realismo impresionista en Italia, la Fundación Mapfre abre mañana al público una exposición en la que por primera vez se pueden ver en España las obras esenciales de los pintores que integraron este peculiar movimiento. Coproducida con los museos Orsay y L’ Orangerie de París, se muestra un centenar de obras prestadLa palabra macchia significa mancha en italiano y Macchiaioli (manchistas) fue el despectivo término que sirvió para bautizar al grupo de pintores que en 1855 iniciaron una búsqueda de la luz que les convertiría en los precursores de los impresionistas franceses, de los creadores del movimiento más determinante de la historia del Arte. Con Florencia como escenario, este grupo renovó el concepto de pintura existente hasta entonces en Italia e influyó de manera definitiva en el arte español del XIX. Los nombres más importantes fueron Giovanni Fattori, Giovanni Boldini, Giussepe Abbati, Silvestro Lega y Telemaco Signorini.

    Si hubiera que resumir en unas pocas ideas las señas de identidad de los Macchiaioli, habría que hablar de búsqueda de la luz capturada con el máximo realismo, entrega total a la naturaleza, amor incondicional al Quatrocento, compromiso con la unificación de Italia y pasión por la fotografía.

    as por museos públicos y colecciones privadas italianas, casi exclusivos propietarios de la producción de todos estos artistas. Guy Cogeval, presidente de los museos franceses, asegura que “es imposible encontrar fuera de Italia pinturas de los Macchiaioli. Parece que hubiera un deber patriótico en que las obras no salieran de Italia y se han protegido de manera exagerada. Nosotros, al menos, no tenemos ninguna”.(...)
    cultura.elpais.com

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