viernes, 8 de abril de 2016

WHORK SHOPS EN LA CÁRCOVA



1 comentario:

  1. Leo Vinci es apasionado. Habla de la madera, el bronce o el mármol como si fueran amigos o contrincantes. Su oficio es cuerpo a cuerpo con la materia. Con alguna mide fuerzas como oponente. A veces, se vuelve su amante.

    ¿Cómo se lleva con los materiales?
    La curiosidad me lleva. Cuando modelo, trabajo con un material noble, la arcilla, que te deja hacer lo que querés. Es difícil, porque la arcilla no te agrega nada. Ella, pobrecita, se adapta a tus errores y aciertos. En cambio, el mármol, la madera o la chapa de hierro te obligan a respetarlos, a conocer sus leyes.

    Su oficio tiene algo de contienda...
    Es una hermosa contienda. El cuerpo me pide atacar los materiales. Necesito algo que me ofrezca resistencia, que me obligue a tenerlo en cuenta y aprovecharme de él, a establecer un buen diálogo. Me place enormemente el trabajo con esfuerzo físico, usar herramientas agresivas. Me gustan tanto la madera como el mármol. La chapa también, porque hay que golpearla: parece lisa, pero al cortarla y golpearla tiene una sensualidad maravillosa.

    ¿Y qué le pasa con el mármol?
    El mármol es hipnótico, no podés dejar de trabajarlo. No me pasa sólo a mí. Noto que a mis alumnos les pasa lo mismo: parás porque estás cansado, pero no sé qué tiene, con esa cosa de ir sacando materia y descubriendo una imagen, que es un esfuerzo mayor pero te atrapa.

    ¿Sus pinturas son esculturas?
    Pinto las imágenes que tengo adentro, que salen en cuadros o en esculturas. Traje 30 para exponer, pero las eliminé a todas menos a cuatro porque perturbaban a las esculturas. Yo pinté siempre, en todos los ciclos de Bellas Artes. Y con mis compañeros del Grupo del Sur, desde que estudiábamos salíamos a pintar al paisaje. Yo pintaba igual que todos, pero mi sensibilidad apuntó a la forma corpórea. Sin embargo, hay momentos en que me resulta muy placentero y casi una necesidad agarrar el color. No el pincel, porque pinto con rodillos porque me dan materia: los apoyo y ya tengo materia. Para algún retoque uso pincel, pero como una herramienta menor.

    Se dice que tiene el mejor taller de escultura de la Argentina...
    ¡La gente dice cada cosa! Tengo 25 a 30 alumnos, y lo que sí puedo decir es que tengo vocación docente. La actividad me permitió racionalizar mi pensamiento para comunicarlo.

    Metafísica

    “Todas tienen un sentido existencial”, respira profundo y mira sus obras. “No es nada alegre lo mío”, apunta. Pero su mirada sí lo es. Hay algo en sus ojos que brilla. Fuera del esquema, 1976, realizada en chapa de hierro batida, se ubica en el centro de la sala y habla del hombre industrial. “Tres cabezas representan lo mecánico, lo eléctrico y lo electrónico. Están encerrados en un cuadrado, que sostienen con sus brazos, como columnas. Afuera están las generaciones nuevas, libres”. Hay otra obra galardonada, Espiando el siglo XX, que se alzó con el primer premio del XVL Salón Municipal. “Es una imagen que se tapa la cara y espía, entre sus dedos, con horror, sorpresa y culpa”.

    Vinci es librepensador: “Cuánta riqueza hay en la realidad para generar imágenes... No hace falta aliarse a tendencias, ismos, manifiestos, planteos estetizantes, ni seguir a pensamientos excesivamente elaborados o a pronosticadores de futuros. Simplemente, con las vivencias que tenemos todos, pueden surgir obras de expresión en cualquier disciplina que den pauta de este tiempo. Las obras surgen como surge de la tierra un árbol: de la vida”, reflexiona.

    En un costado más iluminado se agrupan obras de menor tamaño, pinturas y una vitrina con catálogos y recortes periodísticos. Entre las más tempranas, está Desde adentro, arcilla de 1966: “Estaba en una etapa de pura expresividad, muy sensibilizado por el informalismo y la sensibilidad de la materia. Trabajé con arcilla muy fresca, con mis manos, haciendo algo relacionado con mi sentimiento de apertura interior. (...)
    www.cronista.com-26/1/12 por María Paula Zacharías

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