sábado, 9 de abril de 2016

ESCULTURAS POR EL ESCULTOR ARGENTINO LEO VINCI

Ensimismado
 Hacia donde

1 comentario:

  1. Usted no es un artista conceptual...
    De ninguna manera. No es que no crea en los conceptos, pero sí creo que toda obra tiene algo para decir. A mí me motiva la realidad, desde el punto de vista íntimo y como ser social. Tengo la suerte de que el público me dice cosas que yo valoro, por ejemplo, que los conmocionan o los hace pensar, hasta hay gente me dice que ha llorado... ¡Me cargan amigos míos con que soy el Alberto Migré de la escultura!. Yo prefiero que me digan esas cosas y no ¡qué hermosa!, ¡qué lindo sería tener esto en mi jardín! Yo estoy diciendo cosas en cada obra, lo que siento y pienso. Y yo somos todos. No pretendo hacer algo personal, sino que me asumo como uno más que reacciona en un lenguaje que es la escultura. Por eso digo que lo mío es humanista y existencial.

    Sostiene que la escultura es como la poesía...
    Sí, porque genera metáforas, y la metáfora muestra más a fondo lo que uno quiere mostrar que una descripción demasiado directa. Así que estoy convencido de que mis esculturas son metáforas. Y toda metáfora tiene detrás un pensamiento que la genera: se la utiliza para que ese pensamiento llegue con mayor intensidad a los demás. Exagero o modifico la realidad, como hacen los poetas. Pienso que todos los que hacemos alguna creación necesitamos dominar un lenguaje, un oficio. Pero ese conocimiento no nos da jerarquía mayor que los demás. ¡No puede ser que una obra valga por el esfuerzo que cuesta hacerla! Sigo creyendo en la creación humana y que cada creador elige el lenguaje con el que mejor se siente. Yo tengo la característica de sentir placer en el hacer: construir, atacar un material, usar mi cuerpo trabajando y generando imágenes. Pero eso es algo que uno no maneja, cada uno tiene su condicionamiento natural.

    ¿Y cómo superó el conflicto de identidad con Leonardo Da Vinci?
    Mucha gente se cree que me puse ese nombre a propósito. A mí me pesó mucho en mi adolescencia: yo tenía la necesidad de crear, de pintar y no sabía si era porque llevaba ese apellido. Pero tuve suerte: un día encontré cuadernos de los primeros grados y me di cuenta de que yo, sin saber nada, cuando llegaba una fecha especial, dibujaba a doble página con todo color y detalle. ¡Unas escenas! Eso me demostró que lo que sentía era algo personal. Otra vez, la maestra llamó a mi papá al colegio y le dijo: “Téngalo en cuenta: su hijo dibuja bien” ¡Para qué se lo habrá dicho! Mi papá me puso a prueba: me dio un perfil del Dante, tano él, y un papel de envolver y me dijo que lo dibujara; cuando lo vio, me dio una hoja de carpeta y una foto del rey de Italia. A la noche lo vio y le pareció bien. Llegaron los Reyes Magos y me trajeron papeles, pinturas.

    Tiempo y espacio

    En un rincón de la sala, un sector de luces teatrales alberga tres impactantes piezas antropomorfas de más de dos metros de altura que señalan al centro y se multiplican en sus sombras. A pesar de todo, 1985 es una sola figura dividida en dos, disociada. “Nuestro pasado nos obliga a veces a volver la cabeza hacia él, pero la realidad nos impulsa, a pesar de todo, a seguir adelante”, apunta Vinci. En el otro extremo está Decisión, 1987 (foto apertura), que obtuvo el Gran Premio de Honor LXXVI Salón Nacional de Artes Visuales. “Es una talla en cinco troncos unidos. No es mía, es del Estado. ¡Tuve que pagar un seguro de 3.500 pesos para que me la prestaran! Una pierna mira para cada lado, el torso está dividido en dos y las partes están una para cada lado, media cabeza se mira hacia adentro y otra, con timidez pero con decisión, señala el futuro. Un poco lo que nos pasa”.
    (...)
    www.cronista.com-María Paula Zacharías

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