viernes, 11 de diciembre de 2015

1971 El Museo de Arte Oriental de Ávila, Monasterio de Santo Tomás - Min...

3 comentarios:

  1. El fracaso de la dominación mongol del Oriente, muestra la vuelta a una nueva dinastía china liberal y el subsiguiente renacimiento de las artes. El movimiento se alejó de los ideales tranquilos y austeros sobre el color y la ornamentación del período Sung. Se puso gran energía en la edificación, y la mayoría de la antigua arquitectura china data de este período. Esta enorme actividad creativa se reflejó en distintos tipos de vasijas que perdieron sus contornos formales y se hicieron mucho menos constreñidas. Las formas se hicieron más diversas con un perfil continuamente cambiante. Las vasijas producidas para uso imperial estaban finamente acabadas y no se ahorraban gastos en su producción; los hornos imperiales, por ejemplo, si era necesario, se encendían medio vacíos y se rompía cualquier vasija considerada imperfecta. Esto aseguraba que de la alfarería no saliese ningún trabajo de calidad inferior.
    En la dinastía Ming se hicieron tres importantes avances en la producción de cerámica. Se manufacturaba porcelana blanca pura en la factoría imperial establecida bajo control gubernamental; se introdujo el color en forma de pintura bajo vidriado o esmaltado, reemplazándose así el vidriado monocromo. Una gran proporción de las vasijas se hacía en el gran centro Ching-te Chen, en la provincia de Kiangsi. Ching-te Chen, sobre el río Ch'ang, estaba geográficamente bien situado para el desarrollo de la industria; se disponía localmente tanto de arcilla china (caolín) como de piedra china (petuntze), así como del combustible para los hornos, mientras el río proporcionaba un método rápido y barato de transporte. En Ching-te Chen y sus alrededores se establecieron distintos centros de producción, aunque no todos se han identificado aún.
    Durante todo este período se hicieron cerámicas blancas de porcelana, o loza fina; la mayoría estaban decoradas con variedad de técnicas que incluían la decoración incisa, moldeada o grabada. La decoración «An-hua» o «secreta» era un método especializado, en el cual el dibujo se hacía ligeramente grabado en el cuerpo pintado con engobe blanco; la vasija era después recubierta con vidriado blanco y el dibujo solamente se hacía visible bajo determinadas condiciones de iluminación. Durante el reinado de Yung Loo (1403-1424) esta decoración alcanzó su cumbre en vasijas como pequeñas y delicadas copas y cuencos, semejantes a vainas de loto, hechos para sostenerse en la mano.
    Sin embargo, es la famosa cerámica azul y blanca de este período, la que puede reclamar la atención principal. El cobalto en distintas formas se había importado del Oriente Próximo en diversas ocasiones. Con el restablecimiento y expansión del comercio durante la dinastía Ming, en el siglo XIV el cobalto se trajo de Persia, donde había sido utilizado mucho antes para decorar vasijas. La combinación fresca y agradable del cuerpo vidriado con fino blanco y la decoración pintada de azul había sido muy admirada por los chinos, que esperaban producirla por sí mismos. El cobalto importado era caro y finalmente se obtuvo un suministro menos puro dentro de China. El cobalto era de uso sencillo; se mezclaba con agua, se pintaba bien sobre la vasija sin vidriar o sobre el vidriado sin cocer y su uso cuadraba bien con la habilidad tradicional de los calígrafos y artistas chinos. El cobalto chino era un mineral impuro de cobalto y manganeso, que producía un pigmento gris, más que azul. Mezclado en la proporción de tres partes de mineral importado, con dos partes de mineral chino, se obtenía un azul vivo, llamado en distintas épocas azul de Sumatra y azul mahometano.
    En las primeras cerámicas azules y blancas, la decoración estaba subrayada en azul oscuro y los espacios encerrados se rellenaban con aguadas diluidas. Se hizo un gran uso de los dibujos de plantas y flores, dispuestas en divisiones geométricas de orlas y paneles.

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  2. Ming, en el siglo XIV el cobalto se trajo de Persia, donde había sido utilizado mucho antes para decorar vasijas. La combinación fresca y agradable del cuerpo vidriado con fino blanco y la decoración pintada de azul había sido muy admirada por los chinos, que esperaban producirla por sí mismos. El cobalto importado era caro y finalmente se obtuvo un suministro menos puro dentro de China. El cobalto era de uso sencillo; se mezclaba con agua, se pintaba bien sobre la vasija sin vidriar o sobre el vidriado sin cocer y su uso cuadraba bien con la habilidad tradicional de los calígrafos y artistas chinos. El cobalto chino era un mineral impuro de cobalto y manganeso, que producía un pigmento gris, más que azul. Mezclado en la proporción de tres partes de mineral importado, con dos partes de mineral chino, se obtenía un azul vivo, llamado en distintas épocas azul de Sumatra y azul mahometano.
    En las primeras cerámicas azules y blancas, la decoración estaba subrayada en azul oscuro y los espacios encerrados se rellenaban con aguadas diluidas. Se hizo un gran uso de los dibujos de plantas y flores, dispuestas en divisiones geométricas de orlas y paneles. Quizá lo mejor de esta cerámica se hizo tempranamente en el siglo XV, durante el reinado de Hsuan-te (1426-1435), cuando los dibujos se hicieron más ordenadamente y el estilo, como conjunto, se volvió menos agarrotado. Durante el siglo XVI la figura humana se dibujó más libremente y a menudo situada en paisaje. Más tarde se incorporaron a los dibujos inscripciones árabes y persas. En el reinado de Chia-Ching's (1522-1566) el azul se transformó en morado y los dibujos se ampliaron para incluir emblemas y temas menos formales, por ejemplo, niños jugando. Un descubrimiento más avanzado de esta época consistió en que una aguada diluida de óxido de cobre sobre el vidriado, cuando se cocía en una atmósfera reductora, producía rojos que iban desde el salmón hasta el morado oscuro. La capacidad de obtener estos colores rojos de cobre se desarrolló durante el reinado de Hsuan-te (1426-1435) pero no existió un método para utilizar esta técnica en la producción de dibujos complicados, por lo que se utilizaron figuras sencillas. Puede obtenerse un rico color rojo tomate que a menudo se utiliza con gran efecto sobre delicadas copas con fuste; puesto que el control del color era difícil, estos dibujos rojos se limitaron a peces y frutas.
    La pintura con esmaltes coloreados, que son vidriados de baja temperatura aplicados al vidriado cocido y vueltos a cocer a baja temperatura en un horno de mufla, se desarrolló durante el reinado de Ch'eng Hua (1465-1487). El estilo de decoración llamado «tou-ts'ai», lo que significa «colores contrastados» empleaba tintes verde manzana, rojo, berenjena y limón, sobre un dibujo azul ligeramente trazado bajo el vidriado. Pequeñas piezas, como copas de vino y con fuste, se decoraron con pollitos, frutas y cosas parecidas. Las «copas de pollo», como han llegado a ser conocidas, poseen la calidad delicadamente refinada asociada con este reinado y no han sido nunca superadas, ni en habilidad ni en sensibilidad.
    Otra técnica de producir vasijas ricamente coloreadas y decoradas, implicaba la aplicación de vidriados con diferentes colores, separados por nervios de arcilla en resalte, directamente sobre la vasija bizcochada. La fuerza de esta técnica estimulaba los motivos sencillos de línea gruesa, lo que a menudo favorecía el dibujo floral ricamente coloreado en turquesa, amarillo, berenjena y azul oscuro.
    El estilo «cinco colores» o «wu-ts'ai» es un término general que abarca todas las cerámicas policromadas. Los dibujos estaban contorneados de rojo apagado o negro y se aplicaban colores espesos. Se utilizaba una paleta de rojo tomate, azul oscuro, amarillo, verde, berenjena y negro.
    Las demandas del comercio europeo empezaron a tener efecto, tanto sobre la forma como sobre la decoración, y las cerámicas exportadas fueron de una calidad generalmente inferior.

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  3. (...)La cultura ancestral china, antes de la revolución que la arrasó, ha estado muy relacionada con la espiritualidad y la religión, con dos corrientes principales: el budismo y el confucianismo. En las salas del museo se encuentran diversas representaciones de ambas, con figuras traídas por el Padre Gaspar Da Cruz, el primer dominico que arribó a estas tierras orientales en 1556. La pieza más antigua del museo es una campana de bronce del siglo V a. C. que se usaba en las ceremonias del culto a los antepasados.

    Objetos en laca, bordados, porcelana o marfil van dándose la mano de sala en sala para completar una representación casi exhaustiva del arte chino. De una belleza espectacular son las piezas trabajadas en marfil, muchas de ellas casi imposibles de conseguir, puesto que constan de elementos encajados en otros y que llevan a pensar en la pericia de los maestros que trabajaron este material. Por su lado, los platos de porcelana son muy curiosos: datan del siglo XVI y muestran representaciones del Nuevo Testamento. Lo destacable es que los personajes (Jesús y los apóstoles) tienen rasgos y vestimentas chinos. Con ellos se nos da una idea de la labor publicitaria y de marketing que seguían las órdenes religiosas para promover el mensaje cristiano entre personas con otro tipo de creencias. Lo que hoy se repite como un mantra (adaptarte a tu público para vender) ya estaba inventado en el siglo XVI.

    Biombo lacado en el Museo de Arte Oriental de Ávila | Foto: David Fernández
    Biombo lacado en el Museo de Arte Oriental de Ávila | Foto: David Fernández

    Los contenidos del museo de completan con piezas de Vietnam (donde llegaron los dominicos en 1676), Japón (con quimonos bordados) y Filipinas (donde los dominicos desembarcaron en 1579). Este último archipiélago estuvo bajo dominio español hasta 1898 y permitió que los dominicos creasen una universidad en el mismo.

    El Museo de Arte Oriental de Ávila tiene un símil en el que se encuentra en Valladolid, má santiguo, pues se fundó en 1874 y con 18 salas, con la diferencia de que este último fue creado por los padres agustinos, una orden diferente a los dominicos, aunque bajo el mismo credo cristiano. Más allá de cuestiones religiosas y de tamaños, lo verdaderamente interesante es que los dos museos suponen una recopilación perfecta de arte oriental en España y una excusa para sumergirse en un mundo poco tratado, como es el papel de las misiones religiosas y los viajes que realizaron.revista80dias.es

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