lunes, 2 de noviembre de 2015

Sursock reborn as Beirut's first interactive museum

2 comentarios:

  1. Sentadas sobre el capó de un BMW arcaico con matrícula de Jordania, las tres jóvenes con pelo cardado, faldas por la rodilla y zapatos de tacón, remiten a la España de los sesenta. El título de la fotografía tomada por Hisham Abdel Hadi en 1963 en Palestina, abre un abanico de interpretaciones: «No siempre...». Se trata de una época de la que casi no queda ni rastro, un mundo borrado.

    Resulta llamativa la ausencia de archivos fotográficos en el mundo árabe, sobre todo de archivos forjados, conservados y dirigidos por oriundos de la región. Una hipótesis improbable es la aversión del islamismo hacia la imagen. Pero nos parecemos demasiado. Zeina Arida, directora de la Fundación Árabe de la Imagen (FAI), fundada en Beirut en 1997 para preservar, estudiar y difundir el legado fotográfico de Oriente Medio y el norte de África, lamenta que esa historia fotográfica esté no sólo plagada de lagunas sino que además haya sido contada como si fuera el relato de una victimización o como un sujeto exótico, una fantasía oriental, semejante a la que denunciaba Edward Said en Orientalismo.

    La revista C International Photo Magazine incluye en el número que acaba de salir a la calle una impresionante galería fotográfica de Oriente Medio, tanto de profesionales como aficionados, con una amplia selección de los fondos de la propia Fundación Árabe de la Imagen.

    Origen de la fundación
    Explica Arida desde Beirut que la fundación «nació de una pequeña idea que rápidamente echó raíces a mediados de los años noventa, cuando dos artistas mostraron su preocupación por la carencia de archivos fotográficos en el mundo árabe. No hay duda de que el legado fotográfico de esta parte del mundo ha sido recogido en universidades, museos y colecciones privadas de todo el mundo, sobre todo las de carácter exótico. Sin embargo, todavía ha sido dedicado poco tiempo y esfuerzo a pensar cómo los árabes han creado sus propios modismos en el universo fotográfico, es decir, la manera en que fueron capaces de cambiar la fotografía y dejar su impronta».

    Fueron estas inquietudes, recalca Arida, «las que llevaron a los fotógrafos Samer Mohdad y Fouad Elkoury a unir sus fuerzas, a las que pronto sumaron las del videoartista Akram Zaatari. Sus conversaciones preliminares giraron en torno a la posibilidad de crear un archivo fotográfico basado en Beirut, no en vano los tres artistas eran de origen libanés y la ciudad estaba emergiendo en ese momento de una devastadora guerra civil que se había prolongado durante quince años. Empezaba a experimentar una suerte de renacimiento en todos los ámbitos. Era una época excitante y el momento parecía idóneo».

    Vivimos entre prejuicios. Nos movemos entre estereotipos. No es fácil saltar de esa red de seguridad al peligro de ver sin pautas marcadas. Sobre el mundo árabe diluvian ideas preconcebidas, en gran parte amartilladas por quienes se arrogan ahora mismo la representatividad de una religión para matar sin contemplaciones. Terrorismo y violencia forman parte indudable de nuestro mundo. No todos los terroristas son árabes, pero muchos terroristas contemporáneos lo son y actúan vindicando el islam, 'gracias' en no poca medida a Al Qaida. ¿Podrían las imágenes que atesora la Fundación Árabe de la Imagen ayudar a quebrar esa dolorosa asociación? Zeina Arida responde que «obviamente. Del mismo modo que una colección de fotografías españolas podría ayudar a romper el doloroso vínculo entre los españoles y el terrorismo de ETA»

    ¿En qué medida las fotos de la FAI muestran a otros árabes, otras visiones, otras imágenes y tradiciones alejadas de los tiempos que corren, de los conflictos, de la pérdida de energía y esperanza? «Desde mi punto de vista», señala Arida, «no existe tal cosa como ¿los otros árabes?.


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  2. De todos modos, no conviene olvidar que buena parte de los fondos de la fundación remiten a un pasado que la velocidad del tiempo hace cada vez más remoto. Escuchando..., una foto tomada por un artista anónimo en el Egipto de 1957 podría servir para ilustrar una versión regional de novelas como Nuevas amistades, de García Hortelano o, aún mejor, de El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio. ¿Y qué decir del grupo de estantiguas con ánforas o jarras captado por Jibrail Jabbur en la Siria de 1950, que contrasta con la ligereza de ropas de las Bailarinas con globos que Armand vio con agrado en El Cairo el mismo año en que concluyó la II Guerra Mundial. ¿Una realidad desaparecida?

    La fotografía en el mundo árabe
    La propia Zeina Arida se encarga de hacer historia: «La fotografía fue introducida en el mundo árabe por fotógrafos europeos que viajaron a la región a mediados del siglo XIX para tomar imágenes de yacimientos arqueológicos y paisajes bíblicos. Hacia finales de la década de 1860, los jóvenes indígenas que habían trabajado como aprendices de los pioneros europeos empezaron a tomar sus propias imágenes. La producción local se intensificó después de que Yessai Garabedian, el patriarca armenio de Jerusalén, abriera en esos años el primer laboratorio fotográfico de la región. A los pocos años, la actividad fotográfica se multiplicó, sobre todo a raíz del masivo éxodo de armenios (muchos de ellos fotógrafos) desde Turquía hacia tierras árabes. Este éxodo proporcionó la mano de obra necesaria para satisfacer una verdadera ansia fotográfica, especialmente tras la invención y la llegada a la zona de las cámaras Kodak entre 1880 y 1890».

    La directora de la Fundación Árabe de la Imagen explica que se optó por no incluir en sus fondos imágenes de viajeros europeos porque «cuando la institución fue creada, en 1997, el objetivo era coleccionar, preservar y estudiar el desconocido legado fotográfico de la región. es decir, el trabajo de los fotógrafos locales, fueran árabes o extranjeros instalados en tierras árabes. La obra de los viajeros europeos no despertó el interés de los miembros fundadores de la FAI por varias razones: esas imágenes ya estaban a salvo en museos y colecciones europeas y americanas, y además esas fotografías no mostraban la realidad del mundo árabe, sino una imagen, una idea que esos viajeros tenían de lo que era el mundo árabe».

    Zeina se encarga de disipar las últimas dudas: «La colección de la FAI muestra una faceta diferente de las sociedades de Oriente Medio que han sido oscurecidas por imágenes esterotipadas. La gente que vive en la región considera nuestra colección como un importante repertorio que ayuda a luchar contra la percepción general que se tiene de Oriente Medio. Los visitantes suelen reconocer el tipo de fotos que tenían en sus álbumes familiares, o por el contrario se quedan muy sorprendidos de ver aspectos de su país y región de los que no tenían la menor idea.
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