miércoles, 8 de abril de 2015

Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca

2 comentarios:

  1. MACO



    Desde su inauguración, en 1992, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca ha fundamentado sus acciones en la convicción de que es posible realizar una síntesis original, armónica y de amplia significación comunitaria, con elementos vigentes de las tradiciones regionales y los logros de la cultura global contemporánea. Bajo la luz de este objetivo se han definido sus acciones y el contenido de su programación. En efecto, el juego de contrastes y afinidades que se da entre el programa de exposiciones –cosmo- polita y de vanguardia– con la severa y añeja nobleza del sitio que lo aloja, conduce a un espectador atento y sensible a considerar la importancia de pugnar por modelos que armonicen nuestras aspiraciones de modernidad con las tradiciones que nos han legado las múltiples comunidades que conforman el tejido humano de México.

    El mensaje que el MACO transmite, a través de sus instalaciones y actividades, de que el presente y el pasado se pueden integrar en una experiencia valiosa y original, tiene especial pertinencia en el ámbito de Oaxaca; la riqueza y diversidad cultural de este Estado posee un enorme potencial que, más que un motivo de disgregación, debería de ser un importantes factor de desarrollo social. El MACO, además de ser un espacio para la celebración de la belleza, la libertad y la imaginación, se define como una institución educativa cuyo propósito es estimular la reflexión, el análisis y la discusión con el fin de enriquecer la vida comunitaria.
    www.museomaco.com

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  2. (...)Llaneza, mujeres en la vida de Oaxaca, transita por el movedizo espacio de la reflexión sobre lo femenino. Esta exposición se plantea la pregunta de si existe una mirada femenina, distinta a las perspectivas establecidas desde el predominio masculino. La respuesta que esta conjunción de obras y artistas ofrece es afirmativa, a condición de que se formule desde la conciencia de que este pronunciamiento sólo adquiere su plena validez a partir del contexto en que tiene lugar. En efecto, la franca y gozosa evocación que esta muestra hace de lo doméstico, lo familiar, lo maternal, lo amoroso, lo suave, lo voluptuoso y lo íntimo –que en otras circunstancias podría interpretarse como referencias a fáciles estereotipos de los que hay que tomar distancia– en Oaxaca resulta gratamente pertinente.

    Parecería contradictorio que en una región que sufre de serios rezagos en materia de desarrollo y derechos humanos, buena parte de su producción artística este impregnada por un humor hedonista corrosivo y provocador. Evidentemente no se trata de las aproximaciones oportunistas basadas en los estereotipos de un folclor vacuo y mercantil, sino de las propuestas que, aún sin tener reparos en rendirse a la seducción de un medio de gran belleza y vitalidad, se identifica con solidaridad y simpatía con una comunidad sacrificada que responde a su realidad con valentía, dignidad e imaginación.

    Tal vez la experiencia existencial que ofrece un territorio en el que la vida rural predomina sobre la urbana, en el que la composición de su población es multiétnica, en el que un gran número de prácticas ancestrales conservan gran vigencia y en el que se aprecian la existencia de estructuras, reales o mítica, de autoridad matriarcal, ha pesado en el ánimo de las artistas vinculadas con Oaxaca para no optar necesariamente por una visión doliente y denunciatoria de la condición femenina. El ejemplo de entereza que muchas mujeres oaxaqueñas da al sumar, a su ya de por si pesada carga de responsabilidades, nuevas tareas para compensar la ausencia masculina ocasionada por la migración, es una de las múltiples evidencias que alimentan la convicción de que, por encima de la adversidad, es precisamente de esta compleja combinación de condiciones de donde surgirán nuevas y más cordiales formas de convivencia social.

    Finalmente, Llaneza, mujeres en la vida de Oaxaca basa su estructura curatorial en la suma de voces de muy diferentes tesituras. Efectivamente, este intento de construcción de una panorámica de la aportación femenina a la cultura visual Oaxaqueña, recoge ejemplos de un amplio abanico de registros que van desde los emanados de las más arraigadas tradiciones locales, hasta los surgidos del fugaz ámbito de la cultura global. En ese sentido, esta muestra propone la revisión de los vasos comunicantes que, de forma explícita o cifrada, se van tendiendo entre manifestaciones que parecerían ajenas, o incluso opuestas, entre si. Propone también la metáfora de Oaxaca como una matriz en la que concurren personajes diversos en búsqueda de nutrientes para la gestación de su trabajo; como un escenario en el que se manifiesta lo mismo una mujer indígena que va introduciendo, casi de manera imperceptible, leves variantes en objetos pulidos por el uso de generaciones; o en el que una fuereña, nacional o extranjera, se encuentra con una cultural que la sorprende y confronta, animándola a reformular su visión de la realidad; o en el que una joven oaxaqueña, que ha salido del terruño en búsqueda de otras maneras de expresión, poner a prueba el bagaje existencial aprendido en casa.

    Sin pretender armar el discurso de una ilusoria Arcadia, esta exposición formula, desde la perspectiva de talentosas mujeres concientes de la persistencia de estructuras que aún pretender remitirlas a la invisibilidad, la exigencia de disfrutar, simple y llanamente, como lo plantea el epígrafe que encabeza esta líneas, el reconocimiento de que todas, sin excepción, pertenecen a una realidad innegable.

    Carlos Ashida www.museomaco.com

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