viernes, 20 de febrero de 2015

LA TRADICIÓN DIBUJÍSTICA ARGENTINA I

La tradición dibujística argentina I
por Pilar Altilio
En el arte argentino hay una tradición más que importante en la representación del cuerpo. El tratamiento del mismo en forma simbólica, en la producción de imágenes como en los discursos, fue motivo de evolución dentro de contextos cambiantes, más o menos democráticos.
En los períodos de libertades cercadas, el vehículo utilizado para saltear la censura y cargar de sentido la representación del cuerpo, fue la apelación al humor y la caricatura. Puede verificarse desde el siglo XIX, cuando también aparecen los dos matutinos más importantes de la época, una evolución constante -y en muchos casos muy original-, de las historietas y revistas de humor gráfico. Presentaremos algunos ejemplos.
La irrupción en 1863 del influyente semanario de humorEl Mosquito, marca un comienzo auspicioso a esta tendencia. La publicación mantenida durante 30 años, se basaba en un planteo irónico, crítico y punzante, que reflejaba la vida política de la época, pero tomando partido al expresar su posición y sus deseos, entre otros hacia el cuestionado Presidente Julio Argentino Roca. La lista puede ampliarse en otros semanarios a lo largo del siglo XX, pero sin abundar demasiado diremos que hay algo común que enlaza el criterio de ironía que los caracteriza: en todos participan buenos dibujantes, la representación del cuerpo ayuda a la construcción de sentido por parte del público lector y, al ser consumidas por grandes estratos de la sociedad, representan espacios de libertad en clave de humor, con valor de verdad no dicha, en contextos de libertades restringidas.
No podemos dejar de mencionar a Héctor Oesterherld (1919, desaparecido en 1978, probablemente muerto en 1979), prolífico autor nacional del género, quien en 1959 publica la primera versión de la zagaEl eternauta, un texto que fue sufriendo censuras y reediciones, tanto nacionales como extranjeras, a lo largo de 47 años sin perder su vigencia. Su relato narra una catástrofe muy común en las historietas pero la diferencia es que deja de lado las clásicas divisiones de héroes y villanos, incursionando en la creación de personajes no tan puros: héroes que tienen miedo, villanos queribles, perdedores y marginados, hombres que luchan por encontrarse. Pero hay otro aporte fundamental: la aventura, que hasta entonces transcurría en lugares lejanos y exóticos, se ubica ahora en sitios cotidianos y reconocibles de la ciudad de Buenos Aires y otras ciudades de nuestro país. Esta característica se suma al hecho de haber agregado a la historieta lo testimonial, ya que no es extraño encontrar en sus guiones -sean realistas, de aventuras o de ciencia ficción- alusiones y críticas constantes a la realidad política del país. Críticas que se van haciendo cada vez más evidentes con el correr de los años.
La construcción de nuestra idea de corporalidad y el aporte que han realizado los dibujantes en este proceso no puede dejar de lado al humorista Quino y a su tira Mafalda, retrato de una típica familia de clase media argentina de la década del 60. En 1964 cuando comienza a aparecer bajo ese título, el personaje central es el de una niña de siete años, fiel defensora de la paz, los derechos humanos y la democracia, que alecciona sobre derechos de los niños y enuncia las pautas ecológicas básicas que deben ser respetadas, escuchando la radio o paseando junto con sus amigos. Vale la pena recordar aquí dos ejemplos de su humor inteligente que no han variado en actualidad aún cuando fueron publicados en la Argentina en 1968. En una de las imágenes, Mafalda, inseparable de su radio, escucha:Hizo el Papa unnuevo llamado a la paz. Enseguida, con su habitual irreverencia agrega:Y le dio ocupado como siempre, ¿no?
Mafalda se transforma rápidamente en un arquetipo universal, traducida en varios idiomas, prologada por semiólogos y objeto de estudio para nuestros teóricos como Oscar Masotta (1930-1979) quien, casi como una consecuencia necesaria surgida de la Primera Bienal del género- realizada en 1968 en el Instituto Di Tella-, publica su revista LD:Literatura Dibujada. Aún cuando el proyecto subsiste durante un breve período, produce una ampliación que luego será clave en otros venideros: además de publicar historietas, realiza ensayos, comentarios, homenajes y crítica del género.
En la década que nos ocupa, y con los mismos propósitos de Masotta,  es innegable la influencia ejercida por la revista Humor Registrado que apareciera en 1978 y cuya influencia fuera notable hasta mediados de los ochenta. Considerada un fenómeno peculiar de relectura de la época, ya que si bien está inmersa en tiempos de dictadura, no abandona la proyección de un espíritu crítico que se traduce en un equipo de redacción ampliado, en donde confluyeron humoristas, periodistas e intelectuales, fundamentalmente escritores y economistas.
El cuerpo transformado, irónico y caricaturizado es una importante línea de producción de sentido en la tradición dibujística nacional, que promueve espacios de irreverencia y cuestionamiento, y no sólo tiene un abordaje desde la realización en el campo de la plástica.




2 comentarios:

  1. La historieta como recurso didáctico

    Más allá de su aparente simplicidad, la historieta supone un proceso complejo de abstracción y síntesis por parte del lector y permite acceder desde otro lugar al discurso narrativo, incorporar al aula un tipo de texto que resulta familiar por su frecuente circulación social, usar una metodología activa para el desarrollo de la comprensión y producción, combinando diferentes competencias y destrezas. También genera un entorno de aprendizaje más lúdico y divertido al incluir el humor y remitirnos a nuestro mundo infantil; mientras, por otra parte, posibilita el acceso a una lectura crítica.

    No olvidemos además que la gráfica ayuda a la comprensión y estimula la memoria. Leer la imagen implica convertir lo gráfico en conceptual, integrar los diferentes planos: el visual y el textual.

    Desde el punto de vista lingüístico, permite diferenciar elementos varios: fonético- fonológicos (onomatopeyas, aliteraciones), morfosintácticas (estructura de las oraciones, uso de sustantivos, verbos, adjetivos), léxicos (niveles y registros), y pragmáticos (el componente lingüístico del texto, la coexistencia espacial iconográfica, la temporalidad, el encuadre, los gestos, la metáfora visualizada). En lo semántico, permite, al mismo tiempo, ver la ideología del autor, los valores que se propone transmitir.

    Esto ha llevado a algunos especialistas a destacar la utilidad de la historieta para lograr un aprendizaje lingüístico significativo, dada la multiplicidad de procedimientos de construcción y deconstrucción que implica, y la motivación que despierta en los alumnos, como hemos visto2.

    Incluso existe entre los múltiples sitios en Internet dedicados a la historieta, un Facebook titulado "El cómic, entretenimiento y aprendizaje" en el que los jóvenes ejercen una enérgica defensa del género3:

    "…recordemos que este tipo de expresión y cultura pop, está satanizada y menospreciada por muchos grupos… tengamos bases para defenderla!" (Andrea)

    "…los cómics son un punto importante de conocimiento; puedes aprender no sólo acerca de historia, ciencia y otros temas gracias a las temáticas que se manejan detro de los cómics; puedes aprender acerca de otras culturas, otros idiomas Tal vez una de las mejores cosas es que puedes, a pesar de la temática o estilo, ejercitar tu imaginación.
    Los cómics te llevan a la cultura, a los libros, al cine, a las artes. Son un vínculo importante a temáticas de cultura popular y contemporánea (…). Son la mitología contemporánea." (Mauricio)

    También podemos encontrar en la página oficial de Quino un foro titulado "Aplicar Mafalda en educación"4 donde, entre otras opiniones, pueden leerse las de docentes que lo usan como disparador de diferentes temas del programa, lectores que reconocen la validez universal y atemporal de este personaje o niños preguntando cosas dichas en la historieta que aprendieron historia del siglo XX, desde la realidad que Mafalda les mostraba.

    "Mafalda también es conocida en las clases de castellano aquí en los EEUU. Les fascina a los estudiantes del idioma porque su mensaje social y su sentido del humor no reconocen fronteras. Los jóvenes de secundaria aprenden vocabulario, gramática y cultura sin sufrir".
    www.puertasabiertas.fahce.unlp.edu.ar
    Traigo ese párrafo, de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata, porque han tomado el punto que me interesaba rescatar, la incorporación del cómics e historietas en los planes de estudio en el nivel superior, mi interés sería la incorporación de los mismos desde la escuela primaria.
    He leído que en países del primer mundo, está incorporada esta enseñanza en los planes de estudio. Desconozco si aquí se realiza. Sería deseable que así lo fuera.

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  2. El primer trabajo de Masotta se publicará en el marco de un libro de técnica y dibujo sobre historieta. Allí firma como “el Prof. Oscar Masotta”. El artículo es un análisis somero y a vuelo de pájaro de algunas características de la historieta dignas de atención. El crítico ve en la historieta un hecho profundamente moderno, un nuevo lenguaje cuya lectura debe realizarse de manera cuidadosa, no solo como “productos [que] eran seriamente considerados como ‘índices’ de otros hechos pertenecientes a otros niveles de la vida social” (Masotta, 1966: VII).

    Primer hallazgo de Masotta: su preocupación por la modernidad y los nuevos lenguajes, su ya mencionada capacidad para hacerse eco de las evoluciones teóricas le permite reconocer en el comic un lenguaje nuevo que no se explica en reducciones a sus marcadores sociales y tampoco con comparaciones a otras artes. Donde otros ven índices o pistas que conducen a una lectura con un profundo sesgo negativo, encontrando en aquellas revistas los orígenes de la violencia o el prejuicio social, nuestro hombre ve en los comics casi un reflejo de sí mismo, un arte cosmopolita, nexo de lenguajes, hasta afirmar que “a través de ella existe un verdadero intercambio entre culturas” (Masotta, 1966: VII). Como lo describiría Roberto Jacoby, el pensamiento de Masotta funcionaba de modo frankensteiniano, como un traje armado de retazos.

    Se nota, entonces, que Masotta está polemizando una vez más. La línea teórica que ataca es aquella que se popularizó en Estados Unidos a partir del ataque del Dr. Fredric Wertham contra los comics de terror, ciencia ficción y policiales que publicaba E.C. Comics y otras editoriales en los años 50. Wertham, psiquiatra alemán escapado del nazismo y con fuertes vinculaciones teóricas e influencia de la escuela de Frankfurt, realizaba una lectura lineal y simplista del contenido de los comics para vincularlos con la violencia social y los impactantes cambios que estaba viviendo la sociedad norteamericana en los años 50. Por un lado esta lectura tenía mucho sentido si se consideraba sus influencias teóricas, que veían en la cultura popular y de masas el fin del arte y el prolegómeno necesario para deslizarse hacia el totalitarismo.

    Por otro lado, su interpretación se encadenó lamentablemente con el ambiente oscurantista de los años 50 norteamericanos y, a pesar de que no hubo un sesgo abiertamente comunista en la persecución y cierre editorial, entroncó con el mccartismo y el acoso a los intelectuales de izquierda y críticos de la democracia norteamericana. Así, Wertham, intelectual de izquierda, terminaba aliado con las fuerzas de la reacción. La consecuencia fue el cierre de muchas editoriales y la desaparición de las revistas cuestionadas. Este análisis fue también adoptado por los intelectuales argentinos, que veían en el comic “una conexión excesivamente directa entre el contenido de la tira y su efecto sobre la conducta del lector” (Masotta, 1966: VIII).

    Masotta estará en la vereda opuesta de esta construcción, rescatando el potencial literario y creativo de los comics, pero, sobre todo, preocupándose por su condición como un nuevo lenguaje “un híbrido (…) de lenguaje oral + lenguaje escrito + lenguaje visual” (Masotta, 1966: VIII). Lo interesante es que, a diferencia de la mayoría de los análisis, Masotta ve que el comic es profundamente simbólico hasta el punto en el cual sus átomos constituyentes, sus diálogos, no son realmente textos literarios sino también reproducciones de expresiones orales con mayor o menos grado de cercanía. O sea, “en el caso de la historieta, los mensajes verbales solo lo son por mediación de la escritura fonética y se constituyen por lo mismo a una cierta distancia del signo original” (Masotta, 1990: 276).


    www.revistaluthor.com.ar

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