miércoles, 26 de noviembre de 2014

ART BASEL EN MIAMI

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2 comentarios:

  1. ¿Cómo fue tu inicio en el arte?

    No fue muy distinto al de otros artistas, creo yo. Con la particularidad de que no crecí rodeada de arte, ya que en mi zona no había museos ni galerías en ese momento. Mi abuela fue actriz y directora de teatro. Tal vez ella me influyó de manera importante. Me heredó un gran amor por la lectura, por lo que estoy profundamente agradecida con ella. Por lo demás, de pequeña me gustaba dibujar y tomaba clases con una profesora en mi barrio. Mi barrio era uno de ésos de viviendas iguales organizadas en “tiras”. Una profesora vivía en una tira cercana a la mía y mi mamá me enviaba a tomar clases con ella una vez a la semana.

    De adolescente, la mayoría de mis amigos eran músicos y, como yo nunca tuve muy buen oído, decidí que lo mío no podía ser esa forma artística, así que elegí la plástica. Tuve una muy buena docente, también artista. Me fui de intercambio a Australia. Si lo pienso, en retrospectiva, creo que ella fue la primera que me enseñó que no tenía por qué dejar de lado los intereses más intelectuales —por llamarlos de alguna manera— y que no se trataba sólo de cierto virtuosismo, sino de pensar también desde un lugar más consciente.

    Dejé mi pueblo, Neuquén, en la Patagonia —ahora, una ciudad— y fui a estudiar a Buenos Aires, a la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredon. Era una escuela muy académica. En las clases de escultura, por ejemplo, nos enseñaron a trabajar en piedra y modelar figuras de pie y, al mismo tiempo, existía un academicismo en decadencia. Yo conservaba la idea de que el retrato de modelos vivos no era la única opción y de que el arte podía ser algo más. Para contrarrestar un poco ese costado académico, fui a las clínicas de Tulio de Sagastizábal, un gran artista argentino y pensador exquisito. Él fue mi verdadero maestro y si hubiera que encontrar alguna persona trascendente en mi formación de aquel momento es él; además, estaba el grupo de artistas que me sostuvieron la mirada y me ayudaron a encontrar las preguntas que debía hacerme.

    Luego me mudé a Holanda para hacer una residencia de dos años en la Rijksakademie van beeldendekusten en Ámsterdam. Fue una experiencia muy educativa, en un verdadero y amplio sentido del término. También estoy profundamente agradecida con ese lugar.

    ¿Cuáles son los principales intereses en tu obra?

    Trato de hacer obra para pensar mejor el mundo, y pienso para hacer mejor obra. Es como un diálogo. Por ende, mis motivaciones tienen que ver con cierta curiosidad y con situaciones que intento, digamos, entender. De cualquier manera, con los años, sí veo un hilo conductor: una preocupación por encontrar códigos compartidos, ya sea a través de celebraciones, rituales, artefactos comunicativos o políticas educativas que se emplazan en un imaginario común. Subyacen en mi obra dos preguntas casi autoreflexivas: ¿el arte puede o no ser un acto comunicativo? ¿Existe un “lenguaje visual”? Esto, claro, siempre complicado por la interpretación, la convicción de que es el que mira quien trae y completa los sentidos últimos de una obra.

    Desde hace un tiempo vives en Londres, ¿qué te llevó allá? Es decir, ¿qué tiene Londres que lo hace atractivo para ti como una ciudad de residencia?

    A Londres me llevó el amor, que es la mejor manera de decidir algo, pero ya no es eso lo que me mantiene allí. Londres es una ciudad dura, cara y difícil, pero conmigo ha sido muy generosa y amable. Es una ciudad que se reinventa mucho y que permite encontrar fisuras para habitarla. Existen muchas diferencias y contradicciones sociales sumamente injustas, pero con muchos huecos para detenerse, como toda ciudad grande, diría yo. También hay mucha gente de todos lados del mundo y eso siempre enriquece. Tengo allí amigos maravillosos.

    .

    .revistacodigo.com

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  2. Se trata de una entrevista a Amalia Pica, artista argentina presente en Miami Beach.

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