jueves, 14 de agosto de 2014

EL CÍRCULO CAMINABA TRANQUILO POR CECILIA RUBINO EN MAMBA HASTA EL 31/8/2014

El Círculo caminaba tranquilo
Let there be light o caminar en una nube
por Cecilia Rubino
Un cuento de 1926, Genealogía del uruguayo Filisberto Hernández, sirvió de inspiración para crear El círculo caminaba tranquilo, la muestra que reúne 180 obras en papel de las colecciones Deustche Bank y MAMBA. Gracias al impecable trabajo curatorial de Victoria Northoon, la muestra sirve no sólo para poner en valor el patrimonio de nuestro museo sino también para hacerlo conversar de un modo absolutamente creativo con una de las colecciones de arte más importantes del mundo. 
En el cuento de Hernández, una línea que se desenvuelve en el espacio deviene en un circulo y se enamora de un pentágono; atraviesan su juventud en un “eclipse eterno” relacionándose a partir de las diferencias entre sus formas; para finalmente, en la vejez, dejar de preocuparse por la formas distintas y unirse en una línea horizontal infinita. No sabemos cuanto tiempo pasan juntos el circulo y el pentágono. Aunque en todo el relato, estas formas geométricas se apoyan sobre una línea recta, desconocemos donde empieza o termina, el autor introduce una idea de temporalidad no lineal sino infinita, circular.
Esta misma idea, compleja y sencilla, se traduce de una manera muy clara en el sala de MAMBA gracias al diseño de montaje de los paulistas Daniela Thomas y Felipe Tassara. No ingresemos a una sala sino a un nuevo cosmos en donde el tiempo está suspendido y donde nuestros paradigmas convencionales deben ceder ante un fluir que se nos impone. Así, no hay principio ni final sino una placentera sensación de caminar, justamente, adentro de un círculo.
Nos proponen este juego: volar junto con 180 imágenes que están flotando en el aire una al lado de la otra. Las obras conversan entre sí de una manera sutil, nos van llevando a la siguiente que conversa también con la anterior. Así, se establece un diálogo entre artistas de todas las épocas, de todos los puntos del globo: Alemania, Argentina, Inglaterra, República Checa, Zimbawe, México y Brasil, por mencionar algunos.

Piet Mondrian
(1872, Amesfoort, Países Bajos - 1944, Nueva York, EEUU)
Sin titulo, c. 1921/ Untitled, circa 1921
Serigrafía / Screen print
138 de 300, 64 x 49 cm
Colección Mamba, Donación Pirovano
Yente (Eugenia Crenovich)
(1905, Buenos Aires, Argentina – 1990, Buenos Aires, Argentina)
Sin título / Untitled, 1948
Lápiz color / Colour pencil
32 x 24,9 cm
Colección MAMBA
Marina De Caro

(1961, Mar del Plata, Argentina)
Sin título / Untitled, 2010
Tinta sobre papel / Ink on paper
27 × 35 cm
Colección Deutsche Bank / Deutsche Bank Collection

Esta propuesta expográfica implica un borramiento de la arquitectura en donde las paredes ya no son paredes, ni sirven para sostener a las obras. Se nos impone entonces una nueva forma de mirar. Otra característica del espacio, es que no hay sombras sino absoluta claridad. A la manera de Malevich, se trata de un recinto impoluto, que si bien no es cubo sino un círculo, recupera elementos propios del llamado White Cube. Tal como señala Brian O´Dothery el cubo blanco es un espacio consagrado para la estética, un contexto neutral, puro, limpio que hace tábula rasa del pasado y nos sumerge en un mundo metafísico.
Así, las imágenes cobran una autonomía absoluta, se nos presentan totalmente desnudas y esto nos permite sumergirnos de lleno en las historias dentro de las obras, en lo que tienen para decirnos. Entonces entramos a un mundo mágico y de pura fantasía donde podemos imaginar quien será ese misterioso personaje en la obra de Rosemarie Trockel, en quien pensará la Mujer con Tatuaje en el Brazo de Lucian Freud o quiénes son los personajes de Gente Común del sudafricano David Koloane.  Estas obras se agrupan en un primer núcleo de la muestra que podemos llamar expresionista, que luego se desenvolverá en otro geométrico y finalmente un tercer núcleo abstracto.
La muestra nos trae otro interrogante ¿qué define al dibujo? Si bien en los trabajos de la sudafricana Marlene Dumas, la Argentina Marina de Caro o la francesa Luis Bourgeois la línea es definitoria, no lo es en las obras de Katharina Grosse o Gerald Richter definidas a partir de planos de color.  Al terminar de recorrer El círculo caminaba tranquilo tenemos la certeza de que hoy día la técnica transita un momento de expansión, más permeable y permisivo. Basta mirar los trabajos de Lura Lima (Brasil), Dr Lakra (Mexico) o el polaco Jakub Julian Ziolkowski.
Imperdibles: las interpelantes obras de Raymond Pettibon, todas las de Marina de Caro, la artista conceptual alemana Hanne Darboven, los dibujos de Otto Dix, las dos obras de John Cage, si el compositor e instrumentista, la ciudad gótica de Vik Muñiz y el dibujo digital de Erick Beltrán, por mencionar algunas. 

5 comentarios:

  1. 3.7. Casi como consecuencia natural de la tendencia a la evocación, y como adherencia típica de lo fantástico, otra característica aparece con claridad en la obra de Hernández: es la evidente indeterminación del tiempo y del espacio o lugar en los que transcurre la acción.
    No se trata, por supuesto, de entrar aquí en las sustanciales vinculaciones entre éste y aquél, sino, más sencillamente, de verificar que ambos parecen tan poco precisos, tan poco determinados, como a la evocación y a lo fantástico, al mismo tiempo, conviene.
    "Al avanzar en nuestro análisis -dice Saad- nos fue dable observar que tiempo y espacio se asocian íntimamente en estas obras, de tal suerte que es posible -a veces- considerar el relato como espacio narrativo, que el tiempo atraviesa o modifica, y que este espacio narrativo, a su vez, puede alcanzar -es el caso de "Las Hortensias" por ejemplo- una arquitectura de gran riqueza y precisión" (168).
    El lector sabe, porque Hernández de alguna manera, en cada caso, lo sugiere o lo dice, o porque los tiempos verbales utilizados lo llevan inevitablemente al pasado, que lo que se narra o evoca no pertenece al presente, sino, por el contrario, que ya ocurrió, alguna vez. Pero este viaje hacia atrás carece en realidad de indicadores: ocurre u ocurrió antes, bastante antes, pero en verdad no se sabe nunca cuándo; y aun los tiempos presumiblemente propios de los distintos fragmentos del relato aparecen referidos a un tiempo global, único e indeterminado, en el que a todos se lo hace transcurrir.
    Esta indeterminación del tiempo, queda dicho, se logra ante todo con los tiempos verbales empleados, con el tono informal o coloquial que se da sistemáticamente al lenguaje, con el relato en primera persona, que de alguna manera refiere todo al tiempo del relator. Pero se da también -como lo fantástico con la utilización del "se me ocurrió que" o "de improviso"- con la utilización de algunos giros particularmente sugerentes y vagos: "en aquel tiempo", por ejemplo (169), utilizado con la misma vaguedad en los mitos y las religiones, y del mismo tipo, agregamos, que el "había una vez" con el que comienzan los también de tiempo indeterminado cuentos infantiles.
    No son más identificables los lugares, el espacio, en los que transcurre la acción.
    Se trata, en efecto, de pueblos pequeños y sin personalidad, de escenarios o teatros que en nada se distinguen los unos de los otros, de personajes de tan poco relieve que nunca permiten deducir el lugar en el que se encuentran o en el que actúan.
    Es cierto que se describen lugares: calles, plazas, bancos, habitaciones de hotel, escenarios, o comercios. Pero en ningún caso con característícas o detalles que permitan referirlos a lugares determinados. Es, sencillamente, "allá" (170), como en lo que tiene que ver con el tiempo es también sencillamente "antes".
    Es inevitable, y así ocurre en Hernández, que esta indeterminación de espacio y tiempo, sumada a esas otras características que hemos señalado (la tendencia a la evocación, la invasión de lo fantástico), desemboque en una formidable ambigüedad, en la ambigüedad de un mundo que no se sabe cuándo en realidad existió, ni dónde, ni qué significa exactamente, ni cómo debe ser interpretado o recibido: "en Felisberto es ambiguo hasta el estatuto (condición o régimen) del yo. Casi todos sus relatos están narrados en primera persona, pero sólo epidérmicamente incitan a identificar este yo textual con el del productor del mensaje" (171).
    www.letras-uruguay.espaciolatino.com

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  2. El tiempo se diluye. El instante se prolonga. El espacio cobra vida.
    El interior se desplaza, se estira, se prolonga, se proyecta, se con-funde lo externo en lo interno.
    Lo interno es externo. Lo externo es interno. El límite no existe.
    La sustancia se diluye, la materia toma forma, se despega, se separa, se despliega. La materia confundida con un cuerpo toma vida.
    Emerge una escultura de una nada.
    La escultura es un cuerpo. Es un cuerpo de materia, de cuerpo y de vacío.
    Es un cuerpo modelado, desplazado, figurado, es-cin-di-do, se-pa-ra-do, conformado, deformado, desplegado, plegado, replegado en el espacio.
    Es un cuerpo creado, deseado, anhelado, soportado... vaciado, tal vez desfigurado o tensionado.
    Fue materia. Fue cuerpo. Fue vacío. El cuerpo vacío por Patricia Pena; en este blog el 7 de noviembre de 2011

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  3. Jorge Luis Borges en el cuento El tiempo y J. W. Dunne escribió: “No sé que opinará mi lector. No pretendo saber qué cosa es el tiempo –ni siquiera si es una cosa– pero adivino que el curso del tiempo y el tiempo son un solo misterio y no dos”.
    La pregunta por el tiempo ha sido abordada desde la antigüedad hasta nuestros días por variadas disciplinas. Es así que este interrogante reconoció en el devenir de la historia diferentes conjeturas. Las matemáticas, la física y aun la poesía no han dejado, cada una de ellas a su modo, de situar la cuestión del tiempo.

    Enigmas propuestos por la constelación de los astros o transcurrir del cuerpo del ser hablante corroen la experiencia humana.
    Hans Baldung, notable pintor del siglo XV, nos legó en certeras y bellas pinceladas un lienzo que tituló: Las Edades y la Muerte. En este cuadro –hoy en el Museo del Prado de Madrid– se destacan un niño, una joven, una dama madura y un anciano que, cadavérico, se acerca a la muerte. Cuatro figuras que al contrastar entre sí ponen de relieve un mismo enigma: el tiempo y su transcurrir.
    El psicoanálisis retoma y hace suya la pregunta por el tiempo. El tiempo no es sólo el laberinto infinito de las generaciones sucesivas. Por una parte, la dimensión temporal no escapa al derrotero auspiciado por la articulación inconsciente y sexualidad, y por otra la transferencia como tiempo del sujeto en el análisis.

    Tiempos de análisis, tiempos secuenciales de la apertura y cierre del inconsciente en cuya pulsación se contornea el objeto por medio del acto analítico. La escansión, el silencio, el corte, son algunos de los instrumentos de una medición que nada tiene en común con la relojería tradicional sino que, al enlazarse al saber textual, saber inconsciente, hacen al acto analítico.
    Sigmund Freud reconoció la pregunta por el tiempo y ofreció una torsión en el saber de su época. Propuso un nuevo rumbo al señalar que el inconsciente se sitúa fuera del tiempo cronológico. El inconsciente freudiano no reconoce la categoría del tiempo como sucesión. En la atemporalidad del inconsciente, lo reprimido es inalterable al paso del tiempo. En esta lógica la escena analítica es su paradigma, allí por retroacción se ilumina la anterioridad. Para Freud en el camino de la formación de síntomas, en la neurosis, la segunda escena resignifica la primera, por lo tanto es en un a posteriori que se redimensiona el primer tiempo, del que se predica: “habrá sido”. La correspondencia entre pasado y porvenir, indica un orden que va del porvenir al pasado. Así “el retorno de lo reprimido no viene del pasado sino del porvenir(...)Liliana Donzis
    www.imagoagenda.com

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  4. El círculo caminaba, es una expresión cautivadora. La producción de artistas y la palabra de un escritor como Felisberto Hernández, son una promesa de una muestra singular.
    En palabras de Kandinsky que cito a continuación, resultan una síntesis de las artes.
    "Las fuerzas que provienen del exterior y que transforman el punto en líneas varían: la diversidad : de esas líneas dependen del número de esas fuerzas y de sus combinaciones."
    Y, esas combinaciones de un escritor que escribe sus recuerdos y el cruce de líneas diagonales de obras que provienen de distintas culturas; sin embargo, hay un escritor cuya musa vuela y sin interrupción produce una formación en una diferencia de sitios y hace que se capten mejor en su diferencias.
    Vuelvo a Kandinsky:" Es evidente que la menor desviación de la diagonal, o sea del medidor de tensión, de la horizontal o de la vertical es decisiva en el arte de la composición y en especial del arte abstracto."
    "La "moderna" historia del arte se debió haber ocupado detalladamente de este tema, que sobrepasa las fronteras de las cuestiones puramente pictóricas y en relación con el cual muchos puntos
    de la historia y de la cultura podrían ser aclarados."
    Se trata de la Historia y del tiempo, en un círculo que camina.
    La bicicleta, y sus ruedas sin los rayos, constituyen un juego infantil, en el cual se experimentan u n conglomerado de ´puntos geométricos que van formando diferentes figuras que flotan en un gran espacio geométrico.
    Un mar de arena, formado exclusivamente por puntos. Los puntos se encuentran en todas las artes, y su fuerza interior crecerá cada vez más en la conciencia del artista. Su importancia no se puede pasar por alto.
    El bailarín ,mediante saltos, también evoca el punto. El salto en la danza moderna, se puede oponer, en algunos casos, al clásico salto del ballet en el sentido de que éste construía una vertical recta, en tanto que el "moderno"determina a veces una superficie pentagonal.
    Fuente:Kandinsky, Punto y línea sobre el plano-Buenos Aires, Paidós, 2010

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  5. Las edades y la muerte

    Por Marta Poza Yagüe

    Recuerde el alma dormida
    avive el seso e despierte
    contemplando
    cómo se pasa la vida,
    cómo se viene la muerte
    tan callando.

    La fugacidad de la vida, magistralmente descrita en estos versos de Jorge Manrique, es uno de los temas constantes en la literatura del paso de la Edad Media al Renacimiento.

    [Cuadro] de Hans Baldung Grien (1484/85-1545).
    Hans Baldung Grien (1484/85-1545): Las edades y la muerte (detalle)
    Tabla, 151 x 61 cm
    Núm. de inventario: 2220
    Es el mismo concepto moralizante que subyace tras este cuadro, obra de madurez del alemán Baldung Grien, que fue propiedad de Felipe II. De simbología acorde con la religiosidad del monarca, la tabla nos muestra a las tres edades del hombre —infancia, juventud y madurez—, que no pueden escapar de su destino inexorable.

    Como en un macabro paso de baile, dos figuras femeninas, de canon estilizado, giran sus cabezas y cuerpos dando la espalda a la Muerte; pero enlazadas por los movimientos de sus brazos, no pueden evitar ser arrastradas hacia sí por este último personaje, quien sujeta entre sus manos un reloj de arena y la lanza quebrada de la vida. A sus pies, un niño pequeño duerme plácidamente, ajeno todavía a su sino.

    Este concepto de la vida como camino en el que,

    (...)
    partimos cuando nascemos,
    andamos mientras vivimos,
    y llegamos
    al tiempo que fenecemos;
    así que, cuando morimos,
    descansamos.
    (...)

    se convierte en un trayecto de superación personal que debe tener su fin en Dios, representado en un pequeño crucifijo que aparece entre las nubes de la parte alta del cuadro, y donde a los bienes terrenales no debe dárseles más que un valor relativo y transitorio: la belleza del cuerpo joven contrasta con la carne flácida y el rostro arrugado del maduro, todo ubicado en un paisaje devastado, una visión infernal de árboles secos y torres derruidas. En primer plano una inquietante lechuza mira de frente al espectador.cvc.cervantes.es

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