martes, 11 de febrero de 2014

FALLECE EL ARTISTA ARGENTINO LUIS TOMASELLO

Fallece el artista argentino Luis Tomasello

10 Febrero de 2014

Fallece el artista argentino Luis Tomasello

Tomasello posando delante de una de sus obras. Cortesía Arte Ascaso Galería
El artista Luis Tomasello (La Plata, Buenos Aires, 1915), reconocido como el maestro argentino del arte cinético y uno de sus mayores impulsores a nivel internacional, acaba de fallecer a los 98 años de edad, en París, ciudad en la que vivía desde 1957, según ha informado Oscar Smoljan, director del Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén - MNBA (Argentina).

Tomasello, de origen italiano, ingresó, en 1932, en la Escuela Nacional de Bellas Artes "Prilidiano Peyredon". Entre 1940 a 1944, continúa sus estudios en la Escuela Superior de Pintura "Ernesto de la Carcova" en Buenos Aires. En esta época entabla amistad con los pintores Emilio Pettoruti y Carmelo Arden Quin, dos importantes figuras de la vanguardia argentina. Tomasello trabaja en arte figurativo hasta 1950, pero tras dejarse seducir por la obra del uruguayo Joaquín Torres García(Montevideo, 1874 - 1949), se orientó hacia realizaciones constructivistas. Un año después viaja por primera vez a París, donde se estableció de forma definitiva en 1957.
Allí abandonó el estilo constructivista de sus primeras obras para adentrarse en el universo del arte cinético con influencias del Op Art, y es cuando también realiza sus primeras experiencias cinéticas en el plano, trabajando con el escultor italiano Marino di Teana (Teana, 1920 - Brunoy, Francia, 2012). Al año siguiente realiza sus primeros relieves donde en forma pionera integra los efectos de la reflexión de los colores. También en 1958 se incorpora al grupo de la Galerie Denise René (París), donde todavia figura como artista representado, y posteriormente se dedica por completo a desarrollar obras totalmente enfocadas a investigar los fenómenos de la luz, lo cual ya no abandonaría.
Entre sus exposiciones más destacadas en vida, caben destacarse sendas retrospectivas, como la realizada, en 1976, en el Musée d'Art Moderne de la Ville de Paris, en 1985, en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, en 1997, en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires, bajo el título "Hommage a Julio Cortazar", y en 2009, en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires. Además, a este veterano artista, en sus últimos años de vida se le siguieron organizando exposiciones. Así, entre estas últimas individuales están la primera en la galería Raquel Arnaud (São Paulo), en febrero de 2012, donde presentó acrílicos sobre madera, o "Tomasello: Visible Structure and Reflected Color" (también ese mismo mes) en la sede de Miami de la galería Arte Ascaso (Caracas), que reunió obras desde los 70.
Tomasello, además de figurar entre los artistas presentados por la histórica galería francesa Denise René y la venezolana Arte Ascaso, lo hace también entre las nóminas de otras galerías especializadas en arte latinoamericano como son Leon Tovar Gallery, Sicardi Gallery y Espace Meyer Zafra, en Nueva York, Houston y París, respectivamente. Sus obras se pueden encontrar en distintas colecciones públicas y privadas como las del Museo de Arte Moderno (Buenos Aires), el Centre Georges-Pompidou (Paris), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia (Madrid) y el Musée d'Art Moderne de la Ville (París), entre otras.

Además, algunas de sus obras tienen un lugar destacado dentro de esas colecciones como es el caso de "Atmósfera Cromoplástica", una pieza que el artista donó, hace diez años, al Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén (Argentina), con motivo del centenario de la ciudad, o "Chromoplastic Mural" (2011), expuesta en el Nelson-Atkins Museum of Art de Kansas City (Estados Unidos). En la última edición de la feria Pinta Londres 2013, dentro de la sección 'Art Numerique', comisariadaRolando Joshua Carmona, comisario venezolano independiente afincado en París, se le rindió tributo junto a otro veterano artista argentino, también residente fuera de su país desde hace años, como es César Paternosto (La Plata, Buenos Aires, 1931 - reside en Segovia). Tomasello fue premio Bienal de Medellín en 1970. ARTEINFORMADOwww.arteinformado.com

4 comentarios:

  1. Tenía 98 años y residía en París. La sede neuquina del Museo Nacional de Bellas Artes posee una de sus obras, que fue donada por el artista en el aniversario del centenario de la ciudad.

    Desde hace diez años, "Atmósfera Cromoplástica" es la obra de Tomasello que pertenece al patrimonio artístico de la ciudad. El artista, reconocido como el maestro argentino del arte cinético, nació en La Plata pero estaba radicado en París desde 1957. Falleció a los 98 años.www.rionegro.com.ar

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  2. Luis Tomasello: un profeta de la luz regresa a La Plata
    Retrospectiva. Se exhiben en su ciudad natal 50 obras del artista cinético, que murió a los 98 años en enero, horas antes de su regreso desde París.

    POR MERCEDES PÉREZ BERGLIAFFA

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  3. (Continuación)-Fue uno de los más grandes artistas cinéticos de la Argentina. Sin embargo, la noticia de su muerte pasó aquí casi inadvertida. El platense Luis Tomasello, radicado en París desde 1957, tenía un pasaje de avión con fecha 16 de enero, comprado para su vuelta definitiva a la Argentina luego de 57 años de permanencia en Francia. No pudo ser: falleció la noche anterior a tomar el vuelo. La historia se vuelve aun más conmovedora con este dato: Tomasello había adquirido aquí un terreno antes de su frustrado regreso. “Volver al país después de tanto tiempo, enfrentar a esa edad, 98 años, un cambio de vida tan radical, fue una decisión nada menor”, comenta Oscar Smoljan, amigo del pintor y director del Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén, al que Tomasello donó un gran mural cuando se inauguró, en 2004.

    Ayer abrió en el Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano (Macla) de La Plata una muestra que recorre su producción desde sus inicios, en 1915. Artista de larga trayectoria, Tomasello es reconocido especialmente por la creación de sus originales “atmósferas cromoplásticas”. Amigo íntimo de Cortázar durante décadas, realizó con él el libro Negro el 10 y acompañó de cerca al escritor durante la agonía y muerte de su mujer, Carol Dunlop y, luego en la del propio Cortázar. La relación entre ambos era tan cercana que Tomasello también diseñó la lápida de la tumba de Cortázar en Montparnasse.

    Pese a ser una figura comparable a otros artistas cinéticos, como Julio Le Parc, no abundan en la Argentina las investigaciones académicas sobre la obra de Tomasello, que tampoco fue exhibida con frecuencia ni difundida con profundidad por las instituciones. Una razón de este interés relativo en su obra y su persona — a pesar de sus innovadores trabajos y su lenguaje plástico– quizá sea que, a diferencia de otros cinéticos de la época, Tomasello trabajaba generalmente de forma individual y no en grupo. En un contexto generacional que impulsaba el lenguaje de los manifiestos, no participaba de declaraciones, proposiciones, ni realizaba actos colectivos fundantes o acciones grupales (es decir, dejaba menos “pistas” para posibles investigaciones posteriores). El artista tampoco tenía, durante los politizados años 60, una militancia o pasado militante importante, como fue el caso de Le Parc. Una cuarta posible razón podría ser su personalidad discreta.
    www.revistaenie.clarin.com.ar 11/4/14

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  4. Durante este período París era, a la vez, escenario de una fiesta y del dolor. Lo fue al menos para los artistas argentinos que emigraron allí durante las décadas del 50 y 60: un dolor por la experiencia de extranjería y diáspora cultural y política; y una fiesta por la posibilidad de consagración y cercanía con la modernidad que París les brindaba. Entre todos ellos –y entre las dos camadas de intelectuales argentinos que llegaron por esos años a Francia–, se encontraban Cortázar, el novelista y brillante autor de historietas Copi (Raúl Damonte Botana, más tarde creador de la tira “La mujer sentada” para Le Nouvel Observateur , furiosamente popular), los directores teatrales Jorge Lavelli y Alfredo Arias, los artistas Antonio Berni, Alberto Grecco y Marta Boto, por nombrar sólo a los más asimilados y activos (ver recuadro). En esos momentos un joven Tomasello fue de los primeros en llegar: se había instalado en París en 1957, luego de un corto viaje previo a la ciudad, de unos pocos meses, en 1951, y ya experimentando en torno al color y la forma.

    Considerada la última vanguardia, el arte cinético de los 60 presentaba varias tipologías: algunos artistas del movimiento –como el venezolano Jesús Rafael Soto–, trabajaban básicamente en torno al conocimiento científico, evidenciando la estructura de la materia y contemplando la cuestión del tiempo, la cuarta dimensión. Otros –como Julio Le Parc–, crearon obras y manifiestos buscando la participación activa (física) del espectador, con el objetivo de cambiar la situación de privilegio de determinadas clases sociales, a través de la cultura. En el caso de Tomasello, su principal interés fue de orden plástico. Partiendo especialmente del legado de Piet Mondrian, el platense se propuso transformar una superficie plana sin recurrir a la luz artificial. Su reflexión sobre la austeridad cromática, el cubo y el cuadrado, las composiciones con cuadrículas o líneas ortogonales y el análisis de la dinámica de los colores, confirman su largo interés en el precursor del neoplasticismo.

    Pero fue a partir de los 60, cuando Tomasello profundizó en lo que llamó el “color-sensación”, propio de sus atmósferas cromoplásticas: esa variabilidad que poseen los colores de acuerdo a cuál sea su fuente lumínica y a cómo estén aplicados. Tomasello la lograba pintando de un color la cara oculta de distintos cuerpos geométricos: lo que uno ve de ellas en sus obras es el reflejo de un color, un halo cromático inestable. Su fascinación con esta capacidad cromático-atmosférica queda clara en sus comentarios de Negro el 10 : “He dejado de creer en la fórmula, pero no en la sustancialidad intrínseca de la luz. Sus juegos, que el azar inventa cada día en mi casa o en la calle; el espejo de la señora del cuarto piso, que envía su jabalina de plata contra el latón de un recipiente abandonado que lo devolverá ya más lento y pálido a la vitrina donde estoy mirando libros o tornillos, son apenas un atisbo de esa circulación de la luz dentro de la luz, de esas corrientes cálidas en el frío mar del espacio. (...) Por eso me fascina toda obra humana que de alguna manera colabora en esa gimnasia de la luz y de sus estados de ánimo, quiero decir, de los colores”.
    www.revistaenie.clarin.com.ar

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