lunes, 15 de abril de 2013

MUSEO DEL ARTE/ HENRY FUSELI, LUDOVICO CARRACI Y ANGELO BRONZINO

Museo del Arte



Posted: 27 Mar 2013 06:20 AM PDT
Goethemuseum, Freies Deutsches Hochstift, Frankfurt

Henry Fuseli
Füssli estaba fascinado por los grandes poetas, como Homero, Dante, Shakespeare y Milton, a quienes dedicó varios dibujos y pinturas. En sus obras el artista suizo dio expresión a la estética de lo sublime, es decir, a la representación de realidades terribles e inquietantes que atemorizan al espectador, dejándolo conmocionado y turbado en lo más hondo.
 
Posted: 27 Mar 2013 06:14 AM PDT
San Maurizio, Mantua

Ludovico Carracci
Esta obra maestra tardía se caracteriza por el perfecto equilibrio de todos los elementos que forman la composición, así como por su sencillez y su fuerza de convicción. Debido a la negativa a casarse con el prefecto de Antioquía y a abjurar de la fe, santa Margarita fue decapitada.
 
Posted: 27 Mar 2013 06:05 AM PDT
Museo de Bellas Artes, Besançon

Angelo Bronzino
Bronzino siguió el manierismo cortesano florentino incluso en sus trabajos religiosos. Este retablo, destinado al oratorio de Leonor de Toledo en el Palacio de la Signoria, fue entregado como regalo a Nicolas de Gravalle y permaneció en la capilla sepulcral de la iglesia de los carmelitas en Besançon hasta la Revolución Francesa.

4 comentarios:

  1. Qué pesadilla.

    DOS De ahí, Rodríguez salta a sí mismo, sonambulando un museo vacío y deteniéndose frente a un cuadro de Henry Fuseli (bautizado Johann Henri Füssli) titulado “The Nightmare”. Lo que significa “La pesadilla” pero –-si se lo traduce literalmente– no es otra cosa que “La yegua de la noche”. Fuseli pintó varias versiones del cuadro. Pero todas coinciden en su elenco: mujer sensualmente despatarrada sobre una cama, suerte de demonio menor montado sobre su cuerpo, la cabeza de un caballo espectral brotando de las sombras. Mary Shelley lo menciona en su Frankenstein, Edgar Allan Poe alude a él en “La caída de la casa Usher”, y Sigmund Freud tenía una reproducción en su estudio vienés. Rodríguez lo vio por primera vez en la portada de un libro de Jorge Luis Borges titulado Siete noches. Y una de las conferencias que recopilaba era “La pesadilla”, y arrancaba con un “Los sueños son el género; la pesadilla, la especie”. Diferentes polaridades para el flujo de una misma electricidad, sí. En esas páginas, Borges postula que en los sueños hacemos nuestra la celestial mirada de Dios –eso de verlo todo al mismo tiempo y no transcurriendo sucesivamente– y en la pesadilla se nos concede una suerte de avance del infierno, como si se tratase de gotas de un magma que se cuela por grietas hasta nuestra superficie. Pero ¿acaso habrá algo más infernal que el don de verlo todo? Tal vez, por eso, despertamos. Y, al despertar, olvidamos casi todo lo que vimos o vivimos y nos empeñamos en darle alguna estructura narrativa para contarlo a nuestros seres queridos o a nuestro amado psicólogo. Al menos hasta donde Rodríguez recuerda ahora, horizontal y bajo las sábanas, Borges no hace mención alguna a esa pesadilla despierta que es el insomnio –¿el insomnio será la mutación resultante del acostarse el género con la especie?– y donde confluye lo peor de ambos mundos: la realidad alucinante de no poder cerrar los ojos para soñar con cosas más fáciles de soportar que un Guantánamo sin música. Grandes éxitos del asunto. Como descubrirse desnudo en público o caer desde las alturas. O estrellarse sin ropa delante de todos. A Rodríguez cada vez le cansa más el intentar descansar. Y se queda ahí, esperando que el sueño vuelva o volver al sueño. Las ideas saltando dentro de su cabeza como ovejas con cabeza de cordero con colmillos. Sacrifícame –y no dibújame– a un cordero. Y Rodríguez piensa colmillos y salta a dientes y ahí está otra vez: la pesadilla desvelada de esa sonrisa de ranura con dientecitos de Mariano Rajoy, satisfecho por la victoria de La Roja, en una grada de estadio parisiense al que el Popular Partido viajó con la excusa de una de esas reuniones en las que nada se resuelve con el cada vez más impopular Hollande. Y Rodríguez sigue sin poder dormir (esa tarde se enteró de que las cifras del déficit habían sido retocadas por el presidente y los suyos y la maniobra descubierta y corregida desde Bruselas); pero al menos ya sabe qué contestar ante la eventualidad de que le pregunten cuál es la sonrisa más idiota de todo el universo. A lo que jamás podrá responder Rodríguez es de qué o por qué se sonríe Rajoy.(...)
    Rodrigo Fresan
    www.pagina12.com.ar-2/4/2013

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  2. Agnolo di Cosimo. Pintor italiano más conocido por el nombre artístico de Il Bronzino o Agnolo Bronzino. Destacada figura del manierismo italiano, en su actividad como retratista conjugó la profundidad psicológica con una asombrosa perfección técnica. Su estilo, precioso pero frío, se apoya en la fuerza constructiva de los elementos plásticos y en la fuerza irreal del color, características del arte cortesano de la Europa renacentista.
    Entre sus obras destacan el Retrato de Don García de Médicis y el Retrato de Lucrezia Panciatichi . Pintó también varias obras de carácter religioso, como Resurrección, Cristo en el limbo y El descendimiento.

    Contenido [ocultar]
    1 Síntesis biográfica
    1.1 Muerte
    2 Obras
    3 Fuentes
    Síntesis biográfica

    Laura Battiferri (c. 1555-60), de Agnolo Bronzino

    Laura Battiferri (c. 1555-60), de Agnolo Bronzino
    Agnolo di Cosimo de cuya niñez se tiene muy poca información era hijo de una familia pobre de la periferia de Florencia. Después de sus primeros estudios en el taller de Raffaellino del Garda, Agnolo entra a trabajar en el taller de Jacopo Carrucci, llamado el Pontormo de quien fue discípulo y amigo inseparable.

    Pintor estimado y bien integrado en el ambiente de la aristocracia florentina, Bronzino tiene una vida alejada de los fastos y de las intrigas de la corte que sirve, hasta el verano de 1539. El 29 de junio de aquel año llega a Florencia, Leonor de Toledo, que se casará con Cosme el 6 de julio de 1539. Entre todos los artistas contratados para esa oportunidad se distingue Bronzino, quien consigue el encargo de la decoración de la Capilla de Leonor en Palacio Viejo, donde Cosme I ha decidido trasladarse. Tras este encargo Bronzino llegó a ser el artista más apreciado en la corte medicea. Es el pintor oficial de la familia reinante, el favorito del príncipe; y de la élite que ejerce el poder. Pertenecen a ese período sus famosísimos retratos de Ludovico Capponi y el de Laura Battiferri. Son óleos fríos, analíticos y técnicamente perfectos que servirán de modelo a la retratística cortesana europea durante una centuria, en los que la inquieta linealidad de Pontormo es sustituida por una firme construcción de los volúmenes y una sutil y lúcida articulación de los valores pictóricos.

    Como retratista (su actividad oficial), Bronzino dejó numerosos retratos impecables y acerados de los personajes de aquella corte, vistos bajo una luz implacable; minucioso en la técnica, y de una profundidad de análisis casi sin equivalencia, Bronzino consiguió una calidad de distanciamiento asombrosa y, bajo su apariencia casi fotográfica, una hondura de interpretación que hacen de él uno de los primeros retratistas de todos los tiempos.

    Bronzino cultivó en la pintura religiosa una construcción caprichosa y elegantísima, de intrincada perfección, a base de anatomías perfectas en difíciles actitudes, bajo una luz fría y esmaltada, de calidades lunares. Sin embargo, en otras pinturas alegóricas, el artista despliega su maestría para el desnudo y su capacidad para hacer del afectado refinamiento un método de seducción, sobre todo en Venus, Cupido, la Locura y el Tiempo, cuadro también conocido como Alegoría del amor y que es la obra más famosa de Bronzino.

    En 1556 tras la muerte de su maestro Pontormo, Il Bronzino se dedicó a culminar los frescos de la Basílica de San Lorenzo de Florencia. En 1563 fue uno de los miembros fundadores de la Accademia del Disegno (Academia del Dibujo) y como representante de la misma participó de las exequias de Miguel Ángel en 1564.www.ecured.cu

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  3. Ludovico Carracci

    (Bolonia, 1555 - id., 1619) Pintor italiano. Además de las obras y de las actividades que llevó a cabo en colaboración con los Carracci, es autor de algunos cuadros de tema religioso: La Anunciación, Virgen de los Descalzos, Asunción y los frescos de los palacios Magnani (1588-1591) y Zambeccari. Su actividad se desarrolló sobre todo en su ciudad natal y en la zona de Emilia.


    El sueño de Santa Catalina de Alejandría (1593),
    de Ludovico Carracci

    Junto con sus primos Annibale (1560-1609) y Agostino Carracci (1557-1602), Ludovico Carracci formó parte de una familia de artistas originaria de Bolonia. Los Carracci fueron los iniciadores, dentro del periodo barroco, de la corriente clasicista que revitalizó la gran tradición pictórica italiana de la pintura al fresco, desde Giotto y Masaccio hasta Rafael. Su propuesta plástica volvía a valorar el dibujo y se relacionaba con la tradición del alto Renacimiento anterior a los manieristas, a la que se sumó la paleta rica y de tonos suaves de Correggio y los venecianos.

    Ludovico Carracci, el mayor de la familia, no se movió nunca de Bolonia o de zonas próximas, como Emilia, salvo un breve viaje en 1602 a Roma, donde colaboró con Annibale en la decoración del Palacio Farnesio. Capital en la formación y desarrollo de la academia boloñesa fundada por los Carracci, de la que surgieron numerosos discípulos suyos, Ludovico no se dedicó únicamente al fresco, sino también a la pintura al óleo. Junto al clasicismo iniciado por sus parientes, en sus telas, casi siempre de temática religiosa, se percibe en ocasiones un estilo algo seco, con fuertes contrastes, más propio de la corriente manierista.
    www.biografiasyvidas.com




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  4. La imagen que subí pertenece a Jeff Koons, Hecho en el cielo, 1989. Salto hacia el arte contemporáneo. No se me ocurrió a mí, lo ví en el libro de Will Gompertz y me pareció perfecta. El libro se llama: Qué estas mirando? 150 años de Arte Moderno.
    Tiene una deuda con la obra de Henri Fuseli, "La pesadilla" Es la imagen viva de la sumisión erótica. La mirada de Koons hacia el espectador resulta inquietante, a la vez que inocente. La mujer que aparece en la imagen es Illona Staller, conocida como la Cicciolina, estrella porno y profesional de la política italiana de origen húngaro". Ella y Koons son readymades humanos: arte, política y porno en una misma bolsa. Quizá nos está indicando que son la misma cosa?" Will Gompertz

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