domingo, 13 de enero de 2013

MUSEO DE ARTE-TURNER, EL GRECO, CONSTABLE

Museo del Arte



Posted: 08 Jan 2013 12:54 AM PST
Tate Gallery, Londres 

Joseph Mallord William Turner
La travesía de los Alpes con elefantes es el episodio más famoso y recordado de las hazañas de Aníbal. Todas las fuentes coinciden en el hecho de que este logró pasar de Francia a Italia superando el obstáculo natural de los Alpes, aunque allí perdió a la mayoría de los elefantes. El pintor inglés Turner se detiene en esta travesía y, con espíritu romántico, pone en evidencia la desproporción entre el grupo de hombres que se afanan y la formidable tempestad de nieve, cuya turbulencia simboliza la precariedad del destino humano. «Astucia, traición y engaño; las fuerzas de los salasses se abaten sobre la retaguardia extenuada», escribe Turner sobre la escena representada en el cuadro. Así, los guerreros que se ensañan con las víctimas del primer plano son de la tribu de los salasses, una antigua población alpina que peleó contra el ejército de Aníbal. A su lado se ve un elefante abatido. En medio de la tormenta y los torbellinos asoma un pálido sol, que ilumina un amplio valle; es Italia, la meta de Aníbal. Las tropas de retaguardia avanzan en la neblina con aire poco marcial; un soldado intenta iluminar el camino con una antorcha, y las enseñas, orgullo de los ejércitos antiguos, han quedado en segundo plano.
 
Posted: 08 Jan 2013 12:50 AM PST
Metropolitan Museum de Nueva York

El Greco
Los especialistas consideran que este lienzo estaría realizado hacia 1595, por lo que Doménikos tendría unos 55 años, edad ligeramente avanzada para su época - recordemos que el emperador Carlos V fallecía a los 58 años - en un momento de máxima creatividad y fama tras haber realizado el Entierro del señor de Orgaz. Siguiendo los modelos de Tiziano y Tintoretto contemplados en Venecia, El Greco se interesa por captar su propia alma, destacando sus inteligentes y despiertos ojos y la mirada directa, penetrante. Viste una pelliza con cuello de piel y una pequeña gorguera, habitual en la moda del momento. La pincelada rápida empleada no se detiene en detalles superfluos sino en la cabeza, magistral ejemplo de la retratística grequiana, creando ese soberbio clima de intimidad característico de sus retratos.
 
Posted: 08 Jan 2013 12:46 AM PST
Art Gallery of Ontario, Toronto

John Constable
Esta pintura al óleo fue probablemente realizada en Helmingham Park, en julio de 1800, o pocos meses después, con la ayuda de los esbozos realizados durante su estancia en ese lugar. A diferencia de Turner, niño prodigio, el crecimiento artístico de Constable fue lento y gradual; en los primeros años en la Academia no mostró ninguna dote particular o un talento superior al de sus coetáneos. En definitiva, sus años de estudio en Londres no fueron particularmente significativos y en 1802 el artista decidió regresar a East Bergholt.
 

3 comentarios:

  1. (...)El Greco en el siglo XVIII
    Adoración de los Pastores
    El primero de los tratadistas dieciochescos en los que debemos detenernos es, acaso, el más importante de todos ellos. Nos referimos al sacerdote y tratadista Antonio Palomino, el Vasari hispano, autor de una obra magna, fuente historiográfica insoslayable: Museo pictórico y escala óptica, editado en cuatro volúmenes entre 1715 y 1724 de entre los cuales se ha estimado como más importante el tercero, «El Parnaso español, pintoresco y laureado», un listado de biografías de artistas plásticos españoles de los siglos XVI y XVII, con una profusión de datos tan exhaustiva y extensa como es inherente al espíritu del siglo. El juicio de Palomino parece un eco de los emitidos sobre El Greco en el siglo XVII: se detiene en su condición de discípulo de Tiziano al que, al desligarse de su taller, «trató de mudar de manera, con tal extravagancia que llegó a hacer despreciable y ridícula su pintura, así en lo descoyuntado del dibujo como en lo desabrido del color». Como se ve, la extravagancia, como sello diferencial, había adquirido calidad de tópico incluso a los ojos del más importante estudioso del periodo. Llama la atención José Manuel Pita Andrade – a quien seguimos – sobre la contradicción en la que parece incurrir Palomino cuando, de manera indudablemente voluntaria, omite reiteradamente el nombre de El Greco en muchos pasajes de su tratado donde el Cretense hubiera podido tener cabida por su valía y por los criterios empleados por el erudito en su obra. Se sorprende, igualmente, Pita Andrade de la incongruencia de Palomino al exponer una opinión sobre El Greco que bordea el vilipendio y, sin embargo, pese a que comienza su comentario, muy negativo, sobre El entierro del Conde de Orgaz se refiera al Cretense como «gran pintor». Aún otro aspecto más es digno de destacarse en los referido por Palomino sobre El Greco; en la parte de su estudio dedicada a Velázquez señala: «En los retratos imitó a Dominico Greco, porque sus cabezas en su estimación nunca podían ser bastante celebradas; y a la verdad tenía razón en todo aquello, que no participó de la extravagancia en que deliró a lo último: porque del Griego podemos decir que lo que hizo bien, ninguno lo hizo mejor; y lo que hizo mal, ninguno lo hizo peor.» Esta cita, la más famosa de Palomino en cuanto a El Greco, deja entrever un posicionamiento crítico que causa perplejidad en un hombre perteneciente al Siglo de las Luces, que, no obstante su capacidad de penetración y su agudeza de análisis, en lo concerniente a nuestro pintor, se limitó a reproducir un lugar común más que controvertible. Pese a ello, las palabras de Palomino se aceptarían como magister dixit por mucho tiempo; así, por ejemplo, en el caso de Francisco Preciado de la Vega y su Carta a Giambattista Ponfredi sobre la pintura española vuelve sobre la pertenencia de El Greco a la escuela de Tiziano y, aun reconociendo su capacidad, lo califica, una vez más empleando adjetivos como «ridículo» y «extravagante». Del mismo modo, sigue a Palomino Gregorio Mayans y Siscar en su Arte de pintar, donde una vez más menciona la filiación del Candiota con Tiziano, pondera sus facultades como retratista, y matiza que no desarrolló tal potencialidad. Coetáneo es Eugenio Llaguno, quien, con tanto voluntarismo como escasa solvencia, afirma: «No hubo tal mudanza de manera, sino que siguiendo siempre una manera árida y confusa, le salieron buenos los cuadros que hizo con mucho estudio y consideración, y malos y aun abominables los que hizo solo para salir del día».(...)
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  2. Las nubes en el arte (III)
    John Constable. Pintor de nubes y observador meteorológico

    por JOSÉ MIGUEL VIÑAS (@DIVULGAMETEO) el 27. SEP, 2013 en ARTE, LAS NUBES EN EL ARTE, METEOROLOGÍA
    Si hay un pintor de nubes por excelencia, ese es, sin duda, John Constable (1776-1837), quien puso todo su empeño por representar de forma precisa los cambiantes cielos de la campiña inglesa, donde pasó la mayor parte de su vida (apenas viajó fuera de Inglaterra). Constable, quien llegó a autodefinirse como “el hombre de las nubes”, no fue un paisajista al uso, ya que centró su principal interés en los cielos; el motivo principal de la mayoría de sus cuadros. Quiso entender cómo se comporta la atmósfera y para ello se convirtió, de forma autodidacta, en un estudioso en la materia y minucioso observador meteorológico. En la parte trasera de sus famosos estudios de nubes, anotaba qué tiempo hacía mientras ejecutaba sus obras, la mayoría de las cuáles le llevaban poco más de una hora de trabajo. En algunos casos dejó escritos datos y comentarios muy precisos, lo que tiene un indudable interés meteorológico.
    John Constable tuvo desde niño un interés romántico por las nubes, que se fue convirtiendo también en un interés científico. Pintó con reiteración los paisajes de la región inglesa de Suffolk, el lugar que le vio nacer y donde también nació su interés por la Meteorología. En un primer momento por el viento –el escultor de las nubes–, no en vano el negocio familiar era el de los molinos –de agua y de viento–, representados en muchos de sus paisajes. Uno de sus cuadros más conocidos es “El carro de heno”, pintado en 1821, donde las nubes parecen estar dotadas de movimiento y algunas de ellas –las más oscuras– amenazan lluvia.

    Durante los años 1821 y 1822, John Constable llevó a cabo, de forma sistemática, una serie de estudios de nubes pintados al óleo, elaborados a partir de los numerosos bocetos que el pintor dibujó al aire libre en sus frecuentes paseos por los alrededores de Hampstead. A través de un centenar largo de pinturas trató de plasmar la realidad cambiante de la atmósfera local, en un intento por comprender ese comportamiento. Constable describió con las siguientes palabras ese cuadro: Flotan mucho más cerca de la tierra y quizás puedan precipitarse con una corriente de viento más fuerte que, junto con la liviandad que las caracteriza, incide en que se trasladen a gran velocidad.” Una descripción como ésta sólo puede provenir de una persona con unas grandes dotes de observador meteorológico.
    “Estudio de nubes” (1821). John Constable. © Royal Academy of Arts, Londres
    “Estudio de nubes” (1821). John Constable. © Royal Academy of Arts, Londres
    “Wivenhoe Park, Essex” (1816). John Constable. © National Gallery of Art, Washington, DC.
    “Wivenhoe Park, Essex” (1816). John Constable. © National Gallery of Art, Washington, DC.
    La celeridad con la que Jonh Constable pintó éste y el resto de sus estudios de nubes, se justifica por el hecho de que el pintor quería capturar instantáneas del cielo, algo que sólo era posible ejecutando con rapidez sus bocetos, antes de que el aspecto del cielo cambiara demasiado. Tal y como ya se ha apuntado, estos estudios de nubes y otros cuadros en los que el cielo dominaba la escena, los completaba con información precisa acerca del tiempo reinante, lo que ha dado pie a algunas investigaciones en las que se han cotejado esos datos aportados por el pintor con los registros meteorológicos que ya por aquella época comenzaban a tomarse en Londres y en otros lugares de Inglaterra.
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  3. Joseph Mallord William Turner
    Joseph Mallord William Turner
    1775-1851
    Nacionalidad: Británico
    Joseph Turner fue uno de los pintores más originales de los paisajes terrestres y marinos en Europa. Él inventó nuevas técnicas para que los cielos y las nubes se ven luminoso y expresivo. La gente en el momento pensaron que podría ser una locura, porque sus cuadros eran tan diferentes de lo que otros artistas estaban haciendo.

    Turner es también uno de los más grandes maestros de la pintura británica acuarela del paisaje y se conoce comúnmente como "el pintor de la luz".

    Turner comenzó a estudiar en las escuelas de la Royal Academy a los 14 años, y expuso en la Academia de casi todos los años por el resto de su vida. Fue influenciado por Claude Lorrain y estudió las pinturas de Lorrain obsesivamente. También viajó extensamente por Europa para encontrar nuevas escenas para pintar.

    El último viaje del Temerario (1839) fue uno de los grandes cuadros de Turner, con una brillante puesta de sol sobre un barco fantasmal que había luchado en la batalla de Trafalgar siendo remolcado. Lluvia, vapor y velocidad (1844) toma la idea más lejos - las formas en la mayor parte del lienzo son difícilmente reconocibles. Era una pintura que influenciaría los impresionistas 30 años después.

    Su colección de pinturas acabadas fue legada a la nación británica en su muerte y algo de dinero para la Royal Academy of Arts. Desde el año 1984 un premio anual de Turner ha sido premiada por la Tate. Se reconoce la excelencia y la originalidad y al igual que el propio Turner, que a menudo es motivo de controversia.

    bbc.co.uk

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