martes, 22 de noviembre de 2011

ENTREVISTA A JULIO CORTAZAR POR VIVIANA IRIART-

JULIO CORTAZAR: 25 AÑOS NO ES NADA
por Viviana Iriart*  Caracas, julio 2004
Dice el famoso tango de Gardel que “veinte años no es nada” y en el caso de esta entrevista a Julio Cortázar, bien podemos afirmar que veinticinco años tampoco son nada. Porque fue realizada en Caracas en 1979 y sin embargo, el pensamiento de Cortázar sigue tan vigente como entonces, a pesar de algunos cambios fundamentales que ha sufrido el mundo, como la desaparición de la Unión Soviética, el derrumbe del muro de Berlín y la desaparición física del escritor argentino, uno de los intelectuales más talentosos, humanos y consecuentes del continente, en 1984.
La entrevista fue publicada en la revista venezolana Semana y la firmé con seudónimo: Julio Cortázar era una de los opositores más célebres de la dictadura argentina, yo estaba exiliada y temía represalias contra mi familia en Argentina.
Cortázar, con la humanidad que lo caracterizaba, entendió mi temor cuando se lo expliqué. Le envié unos ejemplares a París, donde vivía, y a vuelta de correo me llegó una maravillosa carta manuscrita en donde me agradecía la entrevista.
Nunca más tuve contacto con él.
Pero cuando algunos años más tarde Cortázar murió, lloré su pérdida como la de un amigo entrañable.
En una hora, el tiempo que duró la entrevista, Cortázar se metió en mi corazón y se quedó en él para siempre.
Han pasado  veinte años ya desde que no está con nosotros.
Y sin embargo, todavía lo sigo extrañando.
Allí donde quiera que estés... ¡Gracias Julio! Por tu infinito amor.
JULIO CORTAZAR Y LATINOAMERICA
“DEBEMOS LUCHAR CONTRA EL CHOVINISMO”
                                                 Viviana Iriart, Caracas, septiembre 1979
Su voz grave y gangosa atiende el teléfono, sin intermediarios, simplemente él levantando el tubo. Cortázar. Su voz suena seria, como la imagen que tengo de él, una imagen de que siempre tiene 40 años: imposible imaginarle más (y sus biografías dicen que nació en 1916). Explica que quiere ver la revista antes de concedernos una entrevista, y ni él ni nosotros sabemos qué pasó, pero las revistas que dejamos en el hotel jamás llegaron a sus manos. Igualmente sugiere vernos en Parque Central, en la inauguración de la Primera Conferencia Internacional sobre el Exilio y la Solidaridad Latinoamericana en los años 70, en la que él participó.
Y allí estaba, llamando la atención aún sin quererlo: era el más alto de todos los presentes. Y allí estaba, con la barba y bigotes cobrizos que lleva desde hace tanto, con la seriedad con que aparece en diarios y revistas, con una simpatía que no le imaginaba. Allí estaba, era Cortázar. Un ser humano como usted y como yo, sí, con dos ojos, una boca, dos manos, virtudes, defectos, deseos, nostalgias.
La entrevista fue en un rincón del Hotel Anauco Hilton, junto con el Asesor de Semana, Jorge Madrazo, el fotógrafo Eduardo Gamondés y cuatro o cinco admiradores del escritor, inmersos disimuladamente –o no- en la conversación.
Él habló despacio, cálidamente y sus ojos claros recorrían los nuestros mientras sus palabras se abrían en el centro de nuestras mentes, quedando allí mucho tiempo después de haber sido pronunciadas. Y él se quedó en nosotros cuando la noche llegó y nos encontró en sitios distintos. Como una presencia invisible, deseada, siempre presente a partir del primer encuentro.
Julio Cortázar y Viviana Iriart, Caracas, 1979. Foto: Eduardo Gamondés
ACERCA DE LA LITERATURA Y LA POLITICA“Bueno, claro que me molesta ser requerido más para dar opiniones políticas que literarias, porque soy un animal literario. Así como los franceses suelen referirse al hombre como un animal pensante o un animal filosófico, yo soy un animal literario. Nací para la literatura y si fui asumiendo lentamente este compromiso de tipo ideológico que ustedes me conocen, eso fue al término de un proceso muy lento, muy complicado y a veces muy penoso. Porque como mi vocación profunda es la literatura, hay momentos en los que las circunstancias de tipo político –el tener que venir a esta Conferencia, escribir artículos de contenido político, atacar a la Junta chilena o argentina, ocuparme de casos de desaparecidos, muertos, torturados, contestar alguna de la enorme correspondencia que me llega, porque la gente piensa que yo siempre puedo decir algo y ayudar -bueno, hay momentos en lo que, lo confieso porque es verdad, tengo un gran desánimo. Porque me digo: “bueno, ¿alguna vez voy a poder escribir una novela?”
Mi ideal sería tener un año o dos de tranquilidad, para escribir una novela que me da vueltas en la cabeza hace mucho tiempo. Por eso es que cada vez más me convierto en un cuentista, porque los cuentos los escribes en el avión, en tu casa, en la calle...”
HASTA FRANCIA LLEGO EL EXILIO
“Yo hace 28 años que vivo fuera de la Argentina, pero nunca me consideré un exiliado hasta el golpe de Videla. Nunca me consideré un exiliado, porque para mí el exilio es una cosa compulsiva, y yo vivía en Francia porque me daba la gana. Porque es un país que me gusta, donde me siento bien y donde iba escribiendo mi obra sin dificultades ni problemas.
Y de repente, a partir del golpe militar, supe que me había convertido en un verdadero exiliado. Es decir, que ahora tengo ese sentimiento que tienen todos los exiliados, done los aspectos negativos son muy fuertes, pesan mucho. Eso me llevó por primera vez a reflexionar sobre el problema del exilio. Es entonces que me di cuenta de que si yo o cualquier otro exiliado entra en el estereotipo, en la noción esencialmente negativa, aplastante del exilio, le está otorgando una carta de triunfo a la dictadura que lo exiló. Entonces me planteé el problema en términos muy claros: es una locura, es ilógico, no se puede aplicar científicamente, pero yo en vez de estar en una marcha adelante doy marcha atrás, invierto la velocidad y entiendo el exilio en términos positivos.
Yo lo dije en París e hizo sonreír a mucha gente, dije que es como si Videla, ahora que me exiló, me hubiera dado una beca para escribir fuera de la Argentina. Y mi mejor manera de contestar a ese exilio es dar el máximo de lo que yo puedo dar como escritor, y es lo que estoy tratando de hacer.
Pero al exiliado que llega totalmente quebrado, ya sea porque él mismo ha sufrido, incluso físicamente, antes de poder salir o porque hay un montón de muertos, desaparecidos, torturados en torno a él, no se le puede pedir que empiece su vida de exiliado con una sonrisa, diciendo: “esto está muy bien”. No, porque está espantosamente mal. Cuando a todo hombre y mujer que ha salvado la inteligencia, le llegue el momento de pensar en la nueva vida que está empezando, es en ese momento en que yo lo incito a que en vez de caer en los estereotipos y decir “yo soy una víctima, yo soy un exiliado, yo he sido injustamente echado de mi país”, y que eso se traduzca poco a poco en amargura, en una nostalgia aplastante, yo lo incito a que –salido del primer choque traumático- vuelva a sentirse un hombre o una mujer pleno”.
SUR, PAREDON Y DESPUES...“Sí, porque ¿para qué sirve la nostalgia de juntarnos cinco argentinos, hacer un asado, tomar mate, poner un disco de Susana Rinaldi, Mercedes Sosa o Gardel (según los gustos) y complacernos en la nostalgia de un pasado al que quisiéramos resucitar? Yo lo hago también, pero eso no me impide al día siguiente despertar en París, y estar en contacto con un montón de gente que no son argentinos y llevar adelante mi trabajo.
De manera que es un asunto que hay que matizarlo, no es muy sencillo, y claro, no todas las personas están igualmente equipadas en el plano mental o intelectual. Y el obrero, que desde el punto de vista cultural está más limitado -porque por su condición de obrero no ha podido estudiar- ese hombre es realmente el que está más en peligro como exiliado. Si un obrero tiene que vivir en Suecia, nada más el problema del idioma es para él una especie de amenaza de muerte. Y ahí la nostalgia, Gardel, sus recuerdos y sus fotos se vuelven su única defensa. Y yo creo que todos nosotros podemos hacer mucho a través de publicaciones, de actos, de reuniones, para hacerles sentir que no están solos”.
EL EXILIO CULTURAL“Lo que para mí es y ha sido traumático, es un fenómeno en el que no todo el mundo piensa, y que en el caso de un artista exiliado es fundamental. Lo que yo llamaría el exilio de tipo cultural: es terrible cuando te das cuenta de que en tu país hay una barrera de censura que hace, por ejemplo, que yo no pueda publicar más libros en Argentina.
Entonces se descubre -y esto es lo espantoso para mí- que yo estoy exiliado, pero que del otro lado, en mi país, hay 26 millones de exiliados en relación a nosotros. Yo estoy separado de mis lectores, pero mis lectores están separados de mí: mi último libro de cuentos no pudo salir en Argentina porque hubo dos cuentos que le molestaron a la Junta.
Y no hago de esto una cuestión personal: están separados de 150 magníficos escritores uruguayos, chilenos y argentinos que no se pueden editar en nuestro país.
En Chile, desde el 11 de septiembre de 1973, una generación de jóvenes fue tomada por la Junta y metidos en una escuela fascista dirigida por militares. Han pasado seis años y ellos vivieron la edad crítica (entre los 12 y los 18 años) bajo ese régimen, miles y miles de niños y niñas chilenas que en estos momentos creen en la Junta, creen en la Seguridad Nacional, creen que todos nosotros somos traidores. Creen que Chile es un país injustamente atacado y combatido. No es culpa de ellos, pobrecitos, porque en seis años los han convertido en lo mismo en que Hitler convirtió a las juventudes hitleristas, o Mussolini a los “balillas”.
Bueno, eso es para mí una de las cosas más espantosas, y nosotros no podemos hacer nada, intelectualmente.  Porque esto yo se los digo a ustedes, pero nadie lo va a escuchar en Argentina, nadie lo va a leer, ustedes lo van a publicar y salvo que alguien lo lleve en un bolsillo, nadie va a poder leerlo allí”.
EL ESCRITOR Y SU COMPROMISO CON LA REVOLUCION“Yo tengo una gran latitud de enfoque en el plano de trabajo de los escritores. Yo creo que puede haber escritores puros, que no introduzcan ningún mensaje político en lo que hacen. Creo que eso es posible, y que su obra puede ser revolucionaria si es una obra creadora, que renueva, una obra bella.
Lo único que exijo en esos casos es que la persona que hace literatura pura, muestre con su conducta personal que no es un escapista. Que si él no pone política en lo que hace, es solamente porque -por ejemplo- su vocación es escribir un soneto en donde la política no entre. Pero él tiene que demostrar con su conducta, con su responsabilidad personal, que tiene derecho a escribir esos sonetos.
Mira, yo me divierto mucho en escribir literatura pura... El año que viene sacaré un libro, que estoy terminando, donde hay uno o dos cuentos con contenido político, los demás son cuentos fantásticos. Y creo que tengo derecho a escribirlos, porque mis lectores saben quién soy. Entonces, ¿por qué me voy a sentir obligado a poner la política en cada cosa que escriba? Mi literatura, entonces, sería muy mala, soy muy consciente de esto.
No todo hombre ha nacido para la acción, no todo hombre tiene a veces ¿cómo decirte? las aptitudes físicas para jugarse en un plano de acción. No todo hombre ha nacido para ser soldado de una revolución. Puede ser un hombre de una vida interior, de una timidez de carácter, que lo lleva a escribir exclusivamente una obra que canta a la revolución. Pero yo no creo que se le pueda exigir una militancia práctica a todo el mundo”.
VIETNAM Y EL MANEJO DE LA INFORMACION POR EL IMPERIALISMO“Yo creo que es positivo que se denuncien las violaciones de derechos humanos ocurridas en los países socialistas, en la medida en que se tenga total seguridad de lo que se denuncia. Porque, cuando se habla de violación de derechos humanos en esos países yo, por principio, examino con mucho cuidado el expediente, porque sé de sobra hasta qué punto la información del imperialismo reforma, cambia y modifica las cosas.
Yo no olvido que, por ejemplo, siguiendo la última etapa de la revolución nicaragüense en el Herald Tribune, en París, se podía encontrar un análisis de cómo los yankis preparaban al lector norteamericano para que estuviera en contra del triunfo. Hablaban de Somoza como el tirano, el dictador, pero cuando hablaban de las columnas que avanzaban decían: “las columnas marxistas. Cada ocho o nueve párrafos te soltaban esa palabrita, para que la buena señora que vive en Minesotta o en Detroit diga: “¡Dios mío, los comunistas!”
Entonces, cuando se habla del caso de Vietnam, yo estoy esperando encontrarme con García Márquez, que estuvo allí haciendo una gran encuesta, para que él me cuente a mí las cosas. Yo no me fío de los telegramas de prensa. Pero, cuando en Rusia y en los países de la órbita socialista hay flagrantes violaciones de derechos humanos, yo personalmente no me callo.”
AMERICA LATINA COMO UNIDAD: ¿REALIDAD O UTOPIA?
“Lo voy a decir de una manera sentimental, casi a lo Rubén Darío: en mi corazón, América Latina existe como una unidad.
Soy argentino desde luego (y me siento contento de serlo), pero fundamentalmente me siento latinoamericano. Yo estoy en mi casa en cualquier país de América Latina, siento las diferencias locales, pero son las diferencias dentro de la unidad. Eso, en el plano personal.
En el plano geopolítico, está la nefasta política de dividir para reinar, que han aplicado los norteamericanos desde hace tanto tiempo. Fomentando los nacionalismos, las rivalidades entre los países para dominarlos mejor, destruyendo el sueño de Bolívar de los “Estados Unidos de América del Sur” y creando diferentes países orgullosos, seguros de sí mismos, dispuestos a hacerse la guerra por cuestiones que no resisten un análisis profundo; eso es una realidad.
Y yo pienso que uno de los deberes capitales de los políticos de izquierda, de los escritores revolucionarios, es intentar por todos los medios de luchar contra ese chauvinismo, que hace que un niño argentino en la escuela aprenda que él es mucho mejor y más que un niño chileno o paraguayo.
Por cierto que en mi visita anterior hablé con venezolanos de la calle y su idea sobre los colombianos, su desprecio, su odio, me aterraron. Lo mismo, por supuesto, ocurre en el caso inverso.  Es la prueba de que dividir para reinar funciona, que a los yankis les conviene seguir fomentándolo y que las dictaduras locales están encantadas de hacerlo”.
ENTONCES HABLO SOBRE LA VIDA Y LA MUERTE
“Un día en mi vida es siempre una cosa muy hermosa, porque yo me siento muy feliz de estar vivo. No tengo ninguna intención de morirme, tengo la impresión de que soy inmortal. Sé que no lo soy, pero la idea de la muerte no me molesta y tampoco le tengo miedo. Le niego existencia, entonces, eso me ayuda a vivir de una manera... ¿cómo decirlo? Bajo el sol, solar.
Yo estoy muy contento de estar vivo, y además hay una cosa en la que poca gente piensa. Creo que es un prodigio maravilloso que todos nosotros seamos seres humanos, que estemos en lo más alto de la escala zoológica, por un azar puramente genético. Porque tú no eres responsable de ser quien eres. Venimos de una larguísima cadena genética y cuando yo veo a una gallina o una mosca que también han nacido de las mismas cadenas genéticas, me maravillo por ser un hombre y no una gallina.
Yo soy un hombre, con todo lo bueno y lo malo que eso tiene.
Y estoy contento de haber tenido una conciencia, de haber visto lo más que una conciencia puede ver del planeta.
Y no te hablo más”.

Cuando pronunció estas palabras hacía más de media hora que estaba con nosotros, contándonos anécdotas y sonriendo, a veces, como un niño.
Sí, él es un ser humano como usted y como yo, para hablar necesita mover la boca en la misma forma en que lo hacemos usted y yo.
Pero él es Julio Cortázar.
Viviana Iriart: escritora argentina-venezolana.
Fotos: cortesía Eduardo Gamondés

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  1. MARTES, 14 DE ENERO DE 2014
    LITERATURA › DIEGO TOMASI ANALIZA LA RELACION DEL ESCRITOR Y LA CIUDAD
    Un cronopio en Buenos Aires
    El joven autor decidió seguir las huellas intermitentes de Cortázar en la ciudad para delinear un libro ideal para el centenario de su nacimiento. “La mirada sobre Buenos Aires es muy cambiante porque Cortázar fue una persona cambiante”, dice.







    A cien años de su nacimiento y treinta de su muerte, Julio Cortázar es un tema vivo de la literatura. Y su relación con Buenos Aires es un nuevo disparador, que dio como resultado el libro Cortázar por Buenos Aires, Buenos Aires por Cortázar, una investigación y un viaje en el tiempo en el que se embarcó el joven escritor Diego Tomasi. Sin pretensiones de crítica literaria, con datos cotidianos sobre el escritor –tanto en sus primeros pasos como en su consagración—, Tomasi (nacido en Morón en 1982) reconstruyó no sólo al personaje Cortázar, sino que delineó con prosa amena y ágil cómo Buenos Aires fue un elemento central en la constitución de su personalidad, de su literatura y de su mirada del mundo. Con precisión matemática, Tomasi siguió las huellas intermitentes de Cortázar (Bruselas, 26 de agosto de 1914–París, 1984) por la ciudad, desde su llegada, en 1918, a Banfield cuando tenía cuatro años hasta el último viaje, en 1983, tras la muerte de su esposa Carol Dunlop en París, ciudad en la que vivía desde 1951. “Pasó alrededor de seis mil días en Buenos Aires”, escribe Tomasi.

    A poco de celebrarse las actividades del “Año Cortázar: Cien años con Julio”, organizadas por la Secretaría de Cultura de la Nación, y del homenaje central en el Salón del Libro de París 2014, donde la Argentina será país invitado de honor, el autor de Rayuela sigue siendo una cantera de historias y pistas sobre un lenguaje (y estilo) que se sigue leyendo alrededor del mundo. Con el beneplácito de Aurora Bernárdez –viuda, heredera y albacea del escritor—, Tomasi salió al ruedo con una investigación que le llevó casi tres años con lecturas profundas de sus obras, libros de archivo y sus cartas –“una gran autobiografía”, dice–, y más de una treintena de entrevistas que, finalmente, vieron la luz en un texto ordenado cronológicamente que acaba de publicar Seix Barral.

    “Me pareció que no había un recorrido con Cortázar por la ciudad... sí mucha referencia a sus largos años en París y libros sobre sus escapadas en Chivilcoy, Bolívar y Mendoza, pero no algo sobre su relación con Buenos Aires que, para mí, fue más importante en su obra y en su lenguaje que cualquier otra cosa”, cuenta el escritor. Caminatas, librerías, charlas en emblemáticos cafés como el de la esquina de Viamonte y Florida, o el de Corrientes y San Martín, la ciudad fue escenario inspirador para el desarrollo de sus primeras obras, como los relatos “Casa tomada” (1946), “Circe” (1948), los reunidos en La otra orilla (publicado en 1995) y la novela Divertimento, escrita en 1949 y recién publicada en 1986.

    En 1951, por diversas razones, pero sobre todo por su desacuerdo con el gobierno peronista, Cortázar se mudó a París. En una entrevista que rescata Tomasi, el escritor decía: “La historia es muy paradojal, el hecho de que nos hayamos ido, en algunos casos, es bastante útil, porque si me hubiera quedado probablemente no habría llegado a entender nunca lo que pasaba en mi propio país”.

    “Puse un océano de por medio y luego llegó la Revolución Cubana (...) con entusiasmo, fenómenos multitudinarios que en Buenos Aires había vivido con espanto”, remató Cortázar en una entrevista publicada en Revelaciones de un cronopio, de Ernesto González Bermejo. Pero, ¿cómo fue esa relación entre el hombre y su ciudad? “Contradictoria”, dice Tomasi. “.(...)
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