domingo, 23 de octubre de 2011

EDWARD BURRA EN IMÁGENES


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1 comentario:

  1. El biógrafo de Burra, Jane Stevenson , sugiere que la forma más útil pensar en él es como una "cámara", muy parecida a la actual compañero de flâneur Christopher Isherwood. Fotos de la Burra, sin embargo, no se realizaron en el lugar: bendecido con una memoria fotográfica, replanteó imágenes de Harlem, París y Marsella, en la calma de la zona rural de Sussex, donde siguió viviendo con sus padres en la casa en la que nació . Fue aquí, con la adición de nada más complicado que una masa de la saliva, que él era capaz de hacer su resplandor acuarela tan rico y denso como el aceite. Al mismo tiempo, la fluidez del medio permitió Burra para producir un acabado de terciopelo suave, tanto más notable dada la forma en que él se vio obligado a atascar el pincel en la mano artrítica. George Melly , un compañero surrealista y amigo cercano, sería seguir a preguntarse en voz alta por la forma en que la pata fusionado de Burra se convirtió en "un instrumento poco probable de tanta belleza precisa".

    Aunque dejar de Eton al nacer, la salud de Burra significó que él fue educado en casa desde los 12 años. El feliz resultado fue que él recibió una educación que varió más amplio que el de la mayoría de los chicos de su clase, incluyendo una profunda inmersión en la literatura francesa. A la edad de 16 se le permitió inscribirse en el Chelsea College of Art, de donde procedió a la RCA. Fue allí donde él estableció las amistades que lo apoyen durante toda su vida: con el fotógrafo Barbara Ker-Seymer, el diseñador de vestuario "Bumble" Dawson y, más cerca de todo, Billy Chappell, una bailarina de ballet a través de quien Burra se introdujo en el mundo de la danza de vanguardia. (La exposición incluye algunas referencias visuales a los conjuntos innovadores y trajes que Burra diseñado para Frederick Ashton y Ninette de Valois, que incluye un trapo delante impresionante de Don Quijote de 1950.) Si bien en ningún sentido un misántropo, Burra protegida su privacidad. La historia cuenta que un día, él le dijo a su madre que iba al jardín y desapareció a América durante seis meses. Incluso hacia el final de su vida fue orgullosamente anuncia, en ese extraño acento afectado por los jóvenes brillantes en los años 20: "Yo nunca dije nada a nadie."(...)
    Kathryn Hughes en www.theguardian.com 18/11/11

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