sábado, 18 de junio de 2011

MARTIN HEIDEGGER-EL HABLA

El Habla, 1ra parte
Martin Heidegger

Dejamos este texto "intocado", destacar cualquier cosa en él, nos parece hollar el sendero que cada quien debe realizar en soledad, sin marcas, sin otra compañía que la del habla, del habla audible y del habla silenciosa que en cada uno hace eco de los sonidos que aún no hemos escuchado. Oír, escuchar, hablar, callar y oír, caminar, trazar, mirar y volver a partir.
S.R.
 El ser humano habla. Hablamos despiertos y en sueños. Hablamos continuamente; hablamos incluso cuando no pronunciamos palabra alguna y cuando sólo escuchamos o leemos; hablamos también cuando ni escuchamos ni leemos sino que efectuamos un trabajo o nos entregamos al ocio. Siempre hablamos de algún modo, pues el hablar es natural para nosotros. Este hablar no se origina siquiera en una voluntad particular. Suele decirse que el hombre posee el habla (1) por naturaleza. La enseñanza tradicional postula que el hombre, a diferencia de la planta y del animal, es el ser viviente capaz de habla. Esta frase no quiere decir solamente que el hombre, además de otras facultades, posee también la de hablar. Quiere decir, que solamente el habla capacita al hombre ser aquel ser viviente que, en tanto que hombre, es. El hombre es hombre en tanto que hablante. Lo ha dicho Wilhelm von Humboldt, pero aún está por meditar lo que significa «el hombre».
En cualquier caso, el habla está arraigada en la vecindad más próxima al ser humano. De todas partes nos viene el habla al encuentro. Por ello no debe extrañar que se encuentre con ella el hombre cuando dirige su pensamiento hacia lo que es y que, de inmediato, se disponga a determinar - en una dimensión decisiva - lo que del habla se muestra. La reflexión intenta representarse lo que, en general, es el habla. Lo general, lo válido para toda cosa, se denomina la esencia. Representar en general lo universalmente válido es, según los criterios vigentes, el rasgo fundamental del pensamiento. Tratar pensativamente del habla significa, por tanto, proponer una representación de su esencia y delimitarla correctamente respecto a otras representaciones. Algo similar parece intentar esta conferencia. De todos modos, su título no es: De la esencia del habla. Dice meramente: El habla. Decimos y parecemos dar un título más pretencioso a nuestro propósito en lugar de dilucidar modestamente algo sobre el habla. Hablar del habla es, presumiblemente, peor que escribir sobre el silencio. Nosotros no queremos asaltar el habla para capturarla y reducirla a conceptos ya establecidos. No queremos reducir el habla a un concepto para que éste nos suministre una opinión universalmente utilizable sobre el habla que tranquilice a todo representar.
Dilucidar el habla quiere decir no tanto llevarla a ella, sino a nosotros mismos al lugar de su esencia, a saber: al recogimiento en el advenimiento apropiador (Ereignis).
Quisiéramos meditar en pos del habla y sólo acerca de ella. El habla misma es: el habla y nada más. El habla misma es el habla. El intelecto educado por la lógica - calculador y por ello orgulloso - considera esta proposición una tautología que no dice nada. Decir dos veces lo mismo: el habla es habla ¿acaso nos conduce esto a parte alguna? Pero no se trata de llegar a ninguna parte. Sólo quisiéramos de una vez llegar propiamente al lugar donde ya nos hallamos.
Por ello nos detenemos a pensar: ¿Qué hay del habla misma? Por ello preguntamos: ¿Cómo adviene el habla en tanto que habla? Contestamos: Elhabla habla. ¿Es esto seriamente una respuesta? Lo es, probablemente; siempre y cuando se esclarezca lo que significa hablar.
Reflexionar acerca del habla requiere entonces adentrarse en el hablar del habla para establecer nuestra morada en ella, esto es, en su hablar, no en el nuestro. Sólo de este modo podemos llegar al ámbito dentro del cual puede darse o no darse que desde ella misma el habla nos confíe su esencia. Al habla confiamos pues el hablar. No quisiéramos fundamentar el habla desde otra cosa que ella no sea, ni tampoco explicar otra cosa a través del habla.
El 10 de agosto de 1784 Hamann escribió a Herder (Los escritos de Hamann, Ed. Roth VII, pág. 151 s.):
«Aunque tuviera la elocuencia de Demóstenes, repetiría siempre tres veces una única frase: La razón es habla, logos (logos). Estoy royendo este hueso hasta la muerte. Para mí todo permanece oscuro todavía sobre esta profundidad; todavía espero un ángel apocalíptico con una llave para este abismo.
Para Hamann este abismo consiste en que la razón es habla. Retorna al habla en el intento de explicar lo que es la razón. La mirada que se dirige a la razón cae en la profundidad de un abismo. ¿Consiste este abismo sólo en que la razón descansa en el habla o sería incluso el habla misma el abismo? De abismo (Abgrund) hablamos cuando se pierde el fondo, cuando notamos la falta de un fundamento (Grund), en la medida en que lo buscamos e intentamos hallarlo. Con todo, no nos preguntamos ahora lo que es la razón sino que meditamos tras del habla y tomamos como guía rectora la extraña frase: el habla es habla. Esta frase no nos conduce a otra cosa donde arraigaría el habla. Tampoco indica la frase si el habla misma es fundamento para otra cosa. La frase: el habla es habla nos deja suspendidos sobre un abismo mientras nos mantenemos en lo que ella dice.
El habla es: habla. El habla habla. Si nos dejamos caer en el abismo indicado por esta frase no caemos en el vacío. Caemos hacia lo alto. Su altitud abre una profundidad. Ambos miden de par en par una localidad en la cual desearíamos afincarnos con el fin de hablar la morada para la esencia del ser humano.
Reflexionar sobre el habla significa: llegar al hablar del habla de un modo tal que el hablar advenga como aquello que otorga morada a la esencia de los mortales.
¿Qué significa hablar? La opinión corriente constata: hablar es la acción de los órganos de fonación y de audición. Hablar es la expresión fonética y la comunicación de estados de ánimo humanos. éstos son guiados por pensamientos. Tres aspectos, según esta caracterización del habla, se dan por convenidos:
Primero, y antes que nada, hablar es expresar. La representación del habla como exteriorización es la más corriente. Presupone un interior que se exterioriza. Si se entiende el habla como exteriorización entonces es representada exteriormente y ello particularmente si se retrotrae dicha exteriorización hacia un interior.
A continuación, el hablar es considerado una actividad del hombre. Consecuentemente debemos decir: el hombre habla y habla siempre una lengua determinada. Por ello no podemos decir: el habla habla; pues ello significaría que recién el habla realiza y hace resultar al hombre. Pensado así el hombre sería, una promesa del habla.
Y, finalmente, la expresión producida por el hombre siempre representa y expone lo real y lo irreal.
Desde hace tiempo se sabe que las características indicadas no son suficientes para delimitar el habla en lo que esencialmente es. Allí donde esta esencia se ha fijado como expresión, se le da una determinación más amplia al integrar la expresión como una entre otras actividades en la economía total de los logros a través de los cuales el hombre se hace a sí mismo.
Frente al habla caracterizada como un logro humano otros destacan el origen divino de la palabra, del habla. Según el comienzo del prólogo del Evangelio de San Juan, al principio la palabra estaba con Dios. Pero no sólo se intenta liberar a la pregunta originaria de las ataduras lógicas y racionales, sino que se eliminan también las limitaciones de una descripción exclusivamente lógica del habla. Frente a la caracterización exclusiva de las significaciones verbales como conceptos, se destaca, en primer término, el carácter pictórico y simbólico del habla. Debe recurrirse así a la biología, a la antropología filosófica, a la sociología y a la psicopatología, a la teología y a la poesía para describir explicar más ampliamente las formas del habla.
Pero todas las afirmaciones se refieren ya de entrada a aquel modo de aparecer del habla que ha sido el modo rector desde nuestros comienzos. Se perpetúa así el punto de vista instituido sobre la esencia del habla. Así se comprende que la representación del habla -sea ésta lógico-gramatical, filosófico-lingüística- haya permanecido inalterada durante dos milenios y medio pese al constante cambio y aumento de conocimientos sobre ella. Este hecho podría incluso ser considerado como la prueba de la corrección inquebrantable de las representaciones cardinales del habla. Nadie se atreverá a negar, ni a declarar como inútil o incorrecta, la caracterización del habla como una exteriorización fónica de estados de ánimo; como una actividad humana y como una representación simbólica y conceptual. Este modo de contemplar el habla es correcto porque se ajusta a aquello que una investigación sobre sus formas puede siempre entrever en ellas. Consecuentemente, es en el entorno de esta corrección donde se suscitan toda, las preguntas que acompañan a las descripciones y explicaciones de las formas del habla.
No meditamos aún lo bastante el extraño rol de estos conceptos justos del habla. Cual si fueran inquebrantables dominan por completo los diversos modos de contemplación científica del habla. Tales conceptos están arraigados en una antigua tradición. Sin embargo, dejan completamente inadvertida la plasmación más antigua de la esencia del habla. No nos conducen, pese a su edad y a su comprensión, al habla en tanto que habla.
El habla habla. ¿Qué hay de su hablar? ¿Dónde hallamos semejante hablar? Por de pronto, en lo hablado. En lo hablado el hablar se ha consumado. En lo hablado no se termina el hablar. En lo hablado, el hablar permanece resguardado. En lo hablado reúne el hablar la manera de cómo perdurar él y aquello que a partir de él perdura - su perduración, su esencia. Pero en general, y con demasiada frecuencia, lo hablado viene a nuestro encuentro sólo como lo pasado de un hablar.
Mas, si debemos buscar el hablar del habla en lo hablado, debemos encontrar un hablado puro en lugar de tomar indiscriminadamente un hablado cualquiera. Un hablado puro es aquel donde la perfección del hablar, propio de lo hablado, se configura como perfección iniciante. Lo hablado puro es el poema. Por ahora debemos dejar esta frase como mera afirmación. Podemos hacerlo siempre que logremos oír lo hablado puro de un poema. ¿Pero a qué poema pedirle que nos hable? Aquí sólo nos queda una elección que, sin embargo, está preservada de arbitrariedad. ¿Por qué? Por aquello que nos ha sido dedicado por la esencia del habla desde el momento que meditamos tras del hablar del habla. De acuerdo con este vínculo elegimos como lo hablado puro un poema que, más que otros, nos puede ayudar en los primeros pasos para conocer lo que, en el vínculo, vincula. Escuchemos lo hablado. El poema tiene por título:
Una tarde de invierno
Cuando cae la nieve en la ventana,
Largamente la campana de la tarde resuena,
Para muchos es preparada la mesa
Y está bien provista la casa.
En el caminar algunos
Llegan al portal por senderos oscuros.
Dorado florece el árbol de la gracia
De la savia fresca de la tierra.
Entra caminante en silencio;
El dolor petrificó el umbral.
Y luce en pura luz
En la mesa pan y vino.
Los dos últimos versos de la segunda estrofa y la tercera estrofa figuran del siguiente modo en la primera versión (carta a Karl Kraus del 13. 12. 1913):
Su herida llena de gracias
Cuida la suave fuerza del amor.
Oh! desnudo tormento del hombre.
El que mudo con ángeles ha luchado,
Alcanza, por sagrado dolor dominado,
Silencioso el pan y el vino de Dios.
(Cf. la nueva edición suiza de los poemas de G. TrakI, por Kurt Horwitz, 1946).
El poema es de Georg Trakl. Que él sea el poeta no tiene importancia, ni aquí ni en cualquier gran hallazgo poético. Este hallazgo puede incluso consistir en la negación del hombre y de la persona del poeta.
El poema está configurado por tres estrofas. Su versificación y rima se dejan determinar con precisión según las normas de métrica y de la poética. El contenido del poema es comprensible. No hay palabra que, tomada en sí misma, sea desconocida o poco clara. Con todo, algunos versos suenan extraños, como el tercero y cuarto de la segunda estrofa:
Dorado florece el árbol de la gracia
De la savia fresca de la tierra.
Asimismo sorprende el segundo verso de la tercera estrofa:
El dolor pretificó el umbral.
(Continúa en la segunda parte >>>)


Nota:
    1.  Sprache: habla, significa aquí el lenguaje en su sentido más amplio, como distinto a Rede, que en castellano se vierte asimismo por habla, (T). volver al texto
Referencia: "De camino al habla", Martin Heidegger. Ediciones Del Serbal, Barcelona.
Revista Con-versiones
 www.con-versiones.com

2 comentarios:

  1. Expresa Lacan en ""La Tercera", pag.93, Un lingÜista insistió mucho en el hecho de que el fonema nunca tiene sentido. El problema está en que la palabra tampoco tiene sentido a pesar del diccionario. Yo me precio de hacerle decir a cualquier palabra, cualquier sentido: ¿Dónde detenerse en la frase?, ¿dónde encontrar la unidad elemento? (...) cuando Aristóteles, como cualquiera, se propone poner una idea del elemento, tiene que valerse de una serie de letras, ro, sigma, tau, exactamente igual que nosotros(...) la idea de elemento, la idea de que sólo podría contarse, y en este orden nada nos detiene: por numerosos que sean los granos de arena, ya lo dijo Arquímedes, por numerosos que sean, siempre los podremos calibrar-pues bien todo esto no tiene mejor soporte que la letra, ya que no hay letra sin la lengua, y ése incluso es el problema,¿Cómo puede lalengua, precipitarse en la letra?(...) El síntoma debe amansarlo hasta que el lenguaje pueda hacer con él equívoco. Y aquí está el material inconsciente y la pulsión que se enreda con el lenguaje, para que el sujeto del inconsciente-lenguaje "parlÉtre" se manifieste.

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  2. (...)Espacio y tiempo como parámetros de representación, producción y acumulación nos sirven ahora como punto de partida a un ámbito nuevo. Allí donde toda distancia es medible, aparece como su negación lo in-distante; donde todo lo equi-valente es voluntad de dominación y control de la tierra por el cálculo uniformizador. Por esta lucha se niega la proximidad, se aniquila el en-frente-mutuo de cada una de las regiones del mundo y se esconde, se oculta la esencia de espacio y tiempo en relación con la esencia de la proximidad.

    Para entender que el tiempo temporaliza y el espacio espacializa es necesario pensar la identidad. Temporalizar es madurar, dejar crecer y eclosionar. Estar a tiempo es emerger en la eclosión. Se temporaliza lo que viene, lo que está a tiempo, lo contemporáneo, lo que eclosiona con su tiempo. Con-temporáneo del tiempo es lo que fue, lo que es y lo que será, pasado, presente y futuro. En la temporalización el tiempo integra en sí mismo su triple simultaneidad y en ese retraimiento y aporte el tiempo en-camina aquello que lo con-temporáneo espacializa: el espacio temporal. “El tiempo mismo, en la totalidad de su esencia, no se mueve, reposa en silencio” (p. 191). Igual ocurre con el espacio, libera y reúne localidades y lugares, asume lo con-temporáneo como tiempo espacial. “El espacio mismo, en la totalidad de su esencia, no se mueve, reposa en silencio” (p. 191). El retraer y aportar del tiempo y el espacio, temporalizando y espacializando pertenecen a lo Mismo, al juego del silencio. Esto Mismo que reúne en esencia el tiempo y el espacio puede llamarse el Espacio (de) Juego (del) Tiempo, der Zeit-Spiel-Raum. “Lo Mismo del Espacio (de) Juego (del) Tiempo, temporalizando-espacializando, en-camina el en-frente-mutuo de unas y otras de las cuatro regiones del mundo: tierra y cielo, dios y hombre - el juego del mundo” (p. 192)

    Poner-en-camino el en-frente-mutuo en la cuaternidad de mundo hace advenir proximidad, en tanto que esencia, Nahnis. ¿En-caminar es advenimiento apropiador del silencio? También esto pertenece a la esencia del habla y en el mismo sentido de las tres conferencias: llevarnos ante una posible experiencia con el habla en forma tal que desde ahora nuestra relación con el habla sea lo digno de ser pensado.

    ¿Y la posibilidad? ¿Hemos llegado a ella? En primera instancia hemos determinado el Decir como un mostrar, un dejar aparecer, como un donador ofrecer mundo en des-en-cubrimiento y proximidad como puesta-en-camino del en-frente-mutuo de cada una de las regiones del mundo. Es posible percibir el Decir como esencia del habla, resonando en retorno a la esencia de la proximidad. Proximidad y Decir como lo esenciante del habla son lo Mismo. Aquí está la posibilidad de hacer una experiencia con el habla. ¿En qué medida?

    El habla, Decir de las regiones del mundo, es más que relación palabra-hombre. El habla como Decir en-caminador del mundo es la relación de todas las relaciones, en ella suspendido y enriquecido el en-frente-mutuo de todas las regiones del mundo, las tiene y custodia mientras el Decir se retiene en sí. En esta retención el habla nos de-manda como Decir de la cuaternidad del mundo, a nosotros, hombres de esa cuaternidad, a nosotros que hablamos en tanto que correspondemos al habla.

    Ahora podemos decir:

    Un “es” se da donde se rompe la palabra

    Ese romper es el regreso de la palabra resonante a lo no sonoro, a su matriz: “al son del silencio que, en tanto que Decir, en-camina a su proximidad las regiones de la cuaternidad del mundo” (p. 194).

    Lo que desde antes estábamos nombrando como paso atrás en el camino del pensamiento es propiamente la ruptura de la palabra, el paso de su sonoridad al silencio.



    REFERENCIA BIBLIOGRAFICA

    Heidegger, Martin. De camino al habla. Conferencia “La esencia del habla”. Versión castellana de Ives Zimmermann, 1 Odos, Barcelona, 1987. Edición realizada de la traducción 6ª edición alemana Editorial Gunter Neske, Pfullingen, 1979.





    www.pendientedemigracion.ucm.es

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