Una de las obras de Jacoby que pueden verse en el Reina Sofía
Artista visual, sociólogo, compositor de letras de rock, editor, ensayista... no hay etiqueta que se le resista a Roberto Jacoby (Buenos Aires, 1944). Protagonista del conceptualismo en Latinoamérica y figura de referencia para la comunidad artística internacional, Jacoby comenzó su trayectoria creativa en el apogeo del movimiento contracultural del Instituto Di Tella, el mítico centro de investigación que marcó el pulso de las vanguardias argentinas desde mediados de la década del 60 hasta 1970. Durante esos años, indagó en el poder de los medios de comunicación para construir acontecimientos, lo que devino en su famoso «anti-happening», una obra que puso en circulación en los principales periódicos de Buenos Aires el relato de una «performance» que jamás ocurrió.
Cuarenta años después, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía brinda un homenaje a este creador controversial en «Roberto Jacoby. El deseo nace del derrumbe», una retrospectiva que repasa una obra impulsada por la denuncia social y política durante los años de la dictadura militar en Argentina. En 1969, en medio del hervidero de un levantamiento popular, Jacoby creó su emblemático «anti-afiche» que, apelando a la hoy clásica imagen del Che Guevara fotografiado por Korda, criticaba la banalización mediática del revolucionario. Con la frase «Un guerrillero no muere para que se lo cuelgue en la pared», esa pieza se convertiría en la seña de identidad de toda una generación seducida por la ilusión del marxismo.
La retrospectiva, comisariada por Ana Longoni, se compone de seis proyectos repartidos en tres espacios e incluye la instalación-performance «Vivir aquí» que el arista presentó en Buenos Aires en 1965. En ella, Jacoby traslada a la galería su vivienda-taller -mobilitario, obras de amigos artistas- para exponer públicamente el momento privado de la creación de obra. En la sala contigua se presenta la instalación «1968 el culo te abrocho», compuesta de 28 impresiones digitales de documentos históricos (páginas de periódicos, afiches) con textos serigrafiados que reproducen desde canciones y poemas hasta citas de Karl Marx.
Denuncia «à lo Jacoby»
Durante la apertura de la exposición, en la que estuvo presente Manuel Borja-Villel, director del museo, Jacoby hizo honor a su fama de «niño terrible». «Aprovecho la presencia de toda la prensa para elevar mi protesta contra Manolo Borja... que me ha llamado artista y luego no me ha permitido pelearme con el museo, no me ha dejado tener ningún conflicto, y nunca me ha dicho que no», dijo. «No estoy acostumbrado a ésto, por lo general las cosas que hacía terminaban en algún conflicto importante. Pero en esta ocasión todos han contribuido a hacer quedar mal mi imagen de rebelde», agregó, mientras el público reía.
Sin embargo, las creaciones de Jacoby no han perdido un ápice efectividad para encender polémicas y debates acalorados. El año pasado, durante la Bienal de San Pablo, los organizadores de la muestra censuraron parcialmente su instalación «El alma nunca piensa sin imagen». La obra, que recreaba una tribuna electoral, con piezas de campaña y las fotos de la candidata —y ahora presidenta de Brasil— Dilma Rousseff y del aspirante opositor José Serra, fue cubierta por recomendación de la justicia de ese país que la consideró una forma de propaganda política prohibida en víspera de las elecciones. Jacoby dice que no ya no es más un artista. «Ahora solo produzco en respuesta a una demanda social». Tan vital y revulsivo como hace cuatro décadas, algo nos dice que pronto oirá nuevamente el grito de demanda que despierta al creador.
La exposición «Roberto Jacoby. El deseo nace del derrumbe» estará abierta desde el 25 de febrero al 3 de mayo de 2011 en Espacio Uno, Sala Bóveda y Sala Protocolo del Edificio Sabatini.